Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

10 sept 2013

Y es tan sencillo como un hola

A veces es eso, algo sencillo que te recuerde la belleza de la simplicidad.
Hola.
Así como cuando eras chico y los amigos estaban siempre a la vuelta de la esquina.
Mucho gusto.
Lo decías porque lo sentías, porque incluso lo creías.
Y el nombre podía no importar, te lo juro, tuve muchos mejores amigos de una tarde cuyos nombres nunca supe.
Y la edad era irrelevante, y el color de piel y el dinero. No sabías si tus papas eran buenos o malos, ellos eran superheroes, los villanos más grandes eran tus hermanos mayores, y eran también los héroes más geniales.
Y las preguntas eran honestas, igual que las respuestas, y podías indagar sobre cualquier cosa porque existía una confianza tácita y sencilla.
Y eso es lo que me recuerda esto. Curioso hecho, no muchas cosas consiguen enredarse con mis percepciones infantiles.
Mucho gusto, una persona más, irrelevante y poco interesante, pensé.
Las conversaciones de cortesía no son muy lo mio, pero no se me da bien eso de ser cortante y mala, impulsos de tratar a todos como quiero que me traten, di tu.
Y aparecen con el juego que más me gusta.
Soy una curiosa, entrometida casi, si es que me lo permiten, en lo que a las personas se refiere.
Uno de mis juegos es preguntar, porque preguntando aprendes mucho.
Y hay reglas, otro punto a favor.
Tiene que ser honesto, no se vale esquivar, no hay aplazamientos, no hay repeticiones.
Reglas con las que yo no tengo problema en jugar, reglas que me gustan.
Y jugando te das cuenta que no es extraño eso de que existan almas gemelas (concepto que he robado).
Que es posible que haya otra persona en el mundo que sea tan parecida a ti como tu mismo.
Y es aún más curioso.
Y te recuerda esa época en que los amigos se hacían con la velocidad de un hola.
Cuando lo único que bastaba era estar ahí, aunque técnicamente no esté.
Y se convierte en un juego que esperas con ansias porque no sólo es curioso sino también interesante.
¿Hasta qué punto existen similitudes?
¿Hasta qué profundidad puedes entenderte con alguien que ni siquiera está en el mismo piso térmico?
Y seguimos jugando porque es divertido, porque es interesante, porque también es posible encariñarse con un juego, ahora que también con los jugadores.
Y bueno, seguiré jugando.
Encontrar alguien que sepa jugar con tus reglas, con tus convicciones y con tus ideas no es muy común.
Le sacaré provecho.
Y es tan simple como un hola.



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