Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

16 sept 2013

Nunca he negado mi afición por los besos y los juegos. Nunca. Sería negarme a mi misma.
Se le llama antojo, y no siempre se va tan fácilmente. 
La culpa es de esas conversaciones donde prometes honestidad.
Claro, la que se queda con el antojo soy yo.
Necesito algo en qué ocuparme, antes de aparecer en la puerta de un alguien que obviamente no quiere verme.

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