Que desagradable.
Era una cosa viscosa y blanda, algo molesto y perturbador. Contuvo el aliento durante un par de segundos, si vomitaba en ese momento la pasaría muy mal.
Paso dos, listo, pensó.
Ya no le gustaban los malvaviscos, ya no eran tan deliciosos, ya no le provocaban ese deseo compulsivo de comerlos.
Cuando las nauseas remitieron, sonrió.
Era un primer paso muy satisfactorio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deja que tus gritos también sean llevados por el viento.