Este es, precisamente, el tipo de días que amo.
Es el tipo de cosas que adoro. Lluvia, frío, agua cayendo, pequeñísimas lágrimas que caen desde el cielo bañando lo que tocan. No me preguntes el por qué, sigo sin estar del todo segura. No se si se debe a la oscuridad que envuelve al mundo o al aura de necesidad que llena los rincones. No se si atribuirlo a mi loco y desquiciado amor por lo fuera de lo común, o si a mi constante necesidad de sentir, de tener, de querer. No lo sé, y no me importa. No me importa en absoluto porque es así de simple, así de sencillo, no me muero por la explicación, no desespero por la causa. Simplemente disfruto el ser, el olor a tierra mojada que llena mis pulmones, el sonido repiqueteante de las gotas cayendo en los tejados, la visión gloriosa de las plantas bañadas por gotas de anhelos incumplidos, el sabor dulce de una porción de cielo y un par de brazos rodeándome y diciendo te entiendo.
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