Queda el interrogante. Queda la duda. Queda la pregunta pendiendo sobre mi cabeza como si fuera una aureola.
¿Te importa? ¿Siquiera te interesa?
Porque a mi si. Porque yo quiero probar tu sangre y tus lágrimas. Porque yo quiero devorar tu ser y tu alma. Porque yo quiero ver tu furia, porque hay algo en ella que me atrae, que me fascina, que despierta esa parte de mi que suele estar dormida. No me preguntes por qué, ni siquiera yo lo sé, hay tanto de mi que desconozco. Solo sé eso, que me atrae, como la llama encandila a los insectos y los trae a sus dominios para luego quemarlos, como las turbias aguas que no muestran su fondo esconden sirenas y magos, seres mortales y hermosos. Porque quiero averiguar si lo que escondes es tan malo como dices, si tus secretos son tan aterradores o si tu oscuridad no será acaso mi luz.
No importa cuanto trate de acercarme, no tiene punto. Tu sigues sin entenderlo y yo me escondo ante el resto del mundo, prefiero el silencio, prefiero el anonimato, prefiero que desconozcas los secretos que guardo.
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Deja que tus gritos también sean llevados por el viento.