Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

21 abr 2012

A veces me pregunto si piensas en mi. Si en tus noches oscuras y solitarias recuerdas mis besos, mis suspiros, si acaso recuerdas la forma en que mis labios pronunciaban tu nombre. A veces me pregunto, y no con poca frecuencia, si soñarás conmigo así como yo sueño contigo; si recordarás mi nombre o mis palabras, si guardarás mis sentimientos o mis cartas. En ocasiones pienso si quizá no fue un error, tal vez si me equivoqué, me apresuré, tal vez estábamos destinados a ser las dos piezas de este engranaje y lo eché a perder. Tal vez estábamos destinados a fracasar, ruidosamente, estrepitosamente, dolorosamente, como en efecto ocurrió, y yo simplemente aceleré el proceso. Tal vez, mi mente aturdida y confusa piensa que, quizá, lo que paso fue lo que debía pasar. Tal vez debía acabar ahí, en esas cuatro paredes, con esas frías palabras, lo lamento, no había forma más cálida de hacerlo; y con tu corazón sangrante en mis manos, como prueba irrefutable de lo insensible de mi propio corazón. Quizá mis actos son una total muestra de estolidez, quizá mis palabras fueron una vil mentira, quizá mi mente juega con mi corazón como un niño con un animal indefenso. Quizá la dañada y llena de heridas soy yo y no tu, quizá la que necesite ser salvada sea yo, quizá la que esté pérdida soy también yo. Es posible que, en mi desesperado intento de amarte y hacerte feliz, acabara perdiendo lo que en principio me unió a ti, y eso hiciera que te viera desde el otro lado de la galaxia, del universo. Es posible que, siendo quien soy, con defectos y errores tan grandes como yo misma, tu amor, que aunque puro intentó cambiarme, lograra despertar mi instinto de supervivencia y me hiciera huir. Es posible que, simple y sencillamente, sin todo el drama y la parafernalia que me caracteriza, tu y yo no fuéramos piezas de el mismo rompecabezas y mi corazón terco y mi mente masoquista solamente están tomándose su tiempo para aceptar la realidad.


"Santo cielo! No sabes cuanto puedo necesitarte en estos momentos. Pero hasta yo tengo un poco de orgullo, y no hay nada que puedas darme que logre satisfacer lo que deseo de ti." Jack.


Jack tiene razón. Nada puedo tener que tu puedas darme.

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