Bienvenido seas, amor mio. Adicción mía, verdugo mio. Bienvenido seas a esta noche de mentiras, a este juego de sombras y a esta soledad dormida. Fuiste tu, en un viejo sueño, en un pasado borroso y con un tono incierto, quien me dijo que el amor era un simple juego, quien le dijo a mi alma que el querer era un tormento. Fueron tus labios, dulce trampa para mi sed, quienes pronunciaron las palabras que me hicieron perder; fueron tus palabras, acuciando mi necesidad, quienes lograron derretir mi corazón inmortal. No te extrañes, no me preguntes nada, esta es una sola noche, una llamarada. No quiero de ti más que tu cuerpo, más que la pasión y las llamas que te corren por dentro. No espero que sientas, yo misma no siento, y lo que siento es solo el recuerdo de nuestro desvanecimiento. No necesito tus lágrimas, tus reproches, tu pasado, no necesito nada de lo que has guardado; solo necesito tu cuerpo ardiente, la lava liquida que te recorre y te enciende. Solo quiero una ultima noche, un ultimo momento, donde terminemos este idilio que a los dos nos ha marcado el cuerpo. Solo necesito, solo te pido, que sucumbas al poder del instinto animal que sigue luchando por vencer. No dolerá, no será equivocado, es lo único que hace falta para que podamos olvidarnos. A ti te duele lo que no fue, a mi me duele lo que perdí, tu piensas en lo que soy y yo en lo que no fui. Esta última noche, este ultimo asalto, servirá de escenario para nuestro gran teatro.
Deja caer la ropa, deja avanzar tus pasos. Deja que los cuerpos manden y se pierdan en abrazos. La mañana llegará y con ella me iré, el día volverá y yo ya no te veré.
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Deja que tus gritos también sean llevados por el viento.