Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.
26 abr 2012
Me esta ahogando. Me está desesperando. Saber que te vas, que no podré verte, despedirme de ti o siquiera reconocer tu rostro entre la multitud. Me está matando. No poder tenerte, ser el fantasma que desconoces y no quieres. Me esta destruyendo, habérmelo buscado por mi misma, haberlo decidido yo. Haber sido yo quien te abandonase, quien rompiera los lazos y emprendiera vuelo. Me está matando porque me pregunto qué habría pasado en caso contrario. Me está matando porque no hay con quien pueda hablar al respecto. Me está matando porque no hay quien pueda entender lo que pasa, quien pueda apoyarme o al menos consolarme. Me esta destruyendo, no solo la culpa, no solo la incertidumbre, sino la ira y el dolor. Si, querido, es ira. Ira porque no deseo, no quiero, no soporto, sentirme como un títere al que puedes manejar a tu antojo con solo una mirada. Si supieras que, ahora, después de tanto tiempo, pienso en ti nuevamente, recuerdo tu voz y tus palabras, nuestros momentos y aquello que compartimos. Pienso en ti y lamento no haber sabido cómo me sentiría. Me acuerdo de los momentos y simplemente me quedo sin habla. Te extraño, a eso se resume todo. Te extraño y no puedo decírtelo, te extraño y no puedo verte, te extraño y he renunciado a tenerte. En fin, me consume, me corroe, me destruye desde dentro la certeza, o quizá debería decir la inquietud, de haber perdido algo que no debía perder. Tranquilo, no iré a tu ventana a rogarte otra oportunidad. Esto es solo para sacar el veneno y poder respirar.
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Deja que tus gritos también sean llevados por el viento.