Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

26 abr 2012

Puedo vivir una vida sin ti, pero no puedo vivir la misma vida varias veces y seguir sin tenerte.

Me han preguntado qué me parecería que los seres humanos pudiéramos vivir hasta los ciento cincuenta años.
Mi respuesta, en ese momento, fue que era algo de lo que no estaba muy segura. Claro, fue una respuesta diplomática porque quien preguntó fue el profesor de mi curso de ingles (Curso que ahí va, todo lo bien que quiero y dándome lata todas las mañanas en que mis sabanas se ponen cariñosas)
Mi verdadera respuesta: Me parece un asco.

Así, en cursiva, negrita y subrayado. Es todo un asco, o sería más bien.
No, no es que esté loca... Eso ya lo saben y yo nunca lo he negado, se me corrieron las tejas hace mucho rato, me hablan voces y yo les hago caso, peleo conmigo y con las demás yo que llevo por dentro... Rayos! Ese no es el tema.
¿Qué decía? Ah si... Es un asco. Ahora procedo a explicarme de la mejor forma que sepa.


No te tengo, eso ya lo dejamos claro en mis pesadillas recurrentes. No eres mio, también eso está más que bien explicado, incluso con plastilina. Y yo no tengo reproches al respecto, no tendría lógica que los tuviera, de nada servirían. Tu no eres mio y punto. Hasta ahí todo bien, querido, hasta ahí puedo sobrevivir. Puedo vivir sin ti, puedo despertarme cada mañana sin tus brazos a mi alrededor y sin tu aliento en mi cuello, y puedo dormirme cada noche sin tu presencia a mi lado y sin tu voz susurrando a mi oído. Puedo pasar un día tras otro fingiendo estar perfectamente bien, vendiéndole la imagen de calma y paz al mundo ¡Que mundo artificial!
En fin, yo puedo sobrevivir a todo eso, incluso por toda una vida. Pero una vida, mí vida, en este caso, no sería tan larga. Sería quizá unos dos, tres años, antes de que aparezca algún niño bueno y maleable que esté dispuesto a condenarse a si mismo, y a condenarme a mi de paso, con quien tener una existencia apacible y calmada. Sería cuestión de tiempo, entonces, para que tuviéramos un hogar, una linda casa quizá, un par de pequeños niños corriendo por los pasillos y llenando los espacios con juguetes y colores. Tal vez pueda ser feliz, tal vez pueda sentirme llena, realizada. Tal vez, ojo, querido, digo solo tal vez, pueda olvidarme de ti. Si así fuera, entonces no me importaría vivir cien, ciento cincuenta, doscientos años; podría vivirlos en paz.

Más no. No, nene, la vida no sería así. Porque no eres mio y yo vivo pensando en ti. Porque no te tengo y me pregunto qué será de ti. Porque sin verte, sin sentirte, sin poder tocarte o respirar tu mismo aire, sin hacer nada de eso aun no logro sacarte de mi cabeza, aun no logro deshacerme de ti. Escuchándote hablar con nuestros amigos, viéndote por las calles desoladas, siendo acosada por los espejismos de los mundos que construimos juntos; no encuentro paz, no encuentro olvido, no encuentro futuro que desee vivir sin ti. No hay príncipe azul, no hay niño bueno y maleable que me sirva, que me baste. Me acostumbre al demonio, a la bestia, al ser indomable que era un digno rival en la lucha de pasiones. Me acostumbre a ti e hiciste que te necesitara.

No quiero vivir cien, ciento cincuenta o doscientos años porque no soportaría vivir tanto tiempo lejos de ti. Porque no soportaría ver cómo tu vida sigue y se marchita, incluso si no es a mi lado, y como la mía permanece estática en un rincón. No quiero vivir tanto, así como no quiero juventud eterna o riquezas inconmensurables, porque de nada me sirven. Yo no quiero vivir tanto para regodearme en mi desgracia, pero tampoco quiero vivir menos de lo debido. Quiero una vida normal, al menos en cuanto a extensión, donde pueda reír y sufrir, donde pueda recordarte y olvidarte. Donde pueda vivir sin ti pero sin extrañarte.

En fin, no quiero una vida eterna, ni mucho menos tan larga. Porque de seguro los recuerdos me acosaran, aburridos por ver como todo se repite una y otra vez.

¿Entiendes, querido? Lo mejor es no darles tiempo a aburrirse, que, como dijo mi alma una vez, puedo vivir una vida sin ti, pero no puedo vivir la misma vida varias veces y seguir sin tenerte.

Atentamente: Belle De La Croix. Y las muchas voces que recorren mi cabeza.

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