He descubierto algo sobre mi, algo que ya sabía, algo que pretendo ignorar todo el tiempo. Es un poco bizarro, como muchas de las cosas en mi, algo distinto a lo que usualmente debería ser.
Me gusta hurgar en las cicatrices. Me gusta arrancar las costras de sangre que se forman en la herida y dejarla al descubierto.
Me gusta la solitaria gota de sangre que sale del corte. Me gusta el dolor, pequeño, grande, insoportablemente soportable, que causa poner el dedo en la llaga.
De pronto es masoquismo, ese placer perturbador que siento con el dolor, que me recuerda que vivo, que aun siento. Quizá es a causa del amor que siento por la sangre, por su sabor, su aroma, su color, o incluso será por la necesidad que tengo de distraer mi mente con algo que no seas tu.
En fin, no sé por qué. Simplemente sé que me gusta hurgar en las heridas.
Del mismo modo en que arranco las recién formadas costras de la herida supurante que llevo en el pecho desde hace un tiempo.
No entiendo a qué se debe, pero sé que me gusta. Sé que me agrada, se que no puedo evitarlo.
Se que así, creo que no te pienso tanto.
Belle, tengo una duda existencial: ¿cómo carajo es que tu blog no tiene decenas de comentarios???!!!!! Más leo, más me gusta.
ResponderBorrarY perdona que sea algo eufórico a veces, más que un "susurro" esto parece un alarido.
Bueno, sigo recorriendo...
Jajaja Créeme que me hago la misma pregunta!!! jajaa
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