Si existiera ese condenado y podrido felices por siempre, entonces aún te tendría entre mis brazos, sostendría tus manos entre las mías y acariciaría tu cabeza en mi regazo. Te esperaría cada día, cada noche, cada hora que pasa, como si fuera una tortura antigua, como si fuera la gota de agua que cae y cae sobre mi frente, perforando mi mente y destruyendo mi cordura mientras profundizas más en mi.
Si hubiera un felices por siempre, si todas las canciones de amor no estuvieran llenas de vómito, te consolaría cuando el día fuera algo duro, cuando no vieras salir el sol, sería tu mano derecha, sería tu aire, tu refugio, sería tu opuesto, tu enemiga, sería tu domadora y tu sirvienta.
Pero es que es mentira, es que no hay un felices por siempre que baste para cubrir todas las maldiciones que fueron lanzadas sobre nosotros. No hay beso de amor, ni espada encantada, ni espejo mágico que sirva para crear un felices por siempre a algo diseñado para no durar más que un parpadeo.
Tu eres mi felices por siempre, tu eres mi parpadeo, mi belleza efímera, mi necesidad constante, insaciable, eres eso, eres ese, eres todo.
Y no existe felices por siempre para la bruja del cuento, así como tampoco lo hay para la madrastra malvada o para el dragón de la cueva, así como tampoco lo hay para mi.
Y se acabó, felices por siempre vivieron tu y tus recuerdos, que a mi los míos me devoran como perros hambrientos.
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