- No -le dijo ella-, esa no es la forma. Deja de jurar saberlo todo.
+ Pero -él parecía confundido-, yo te conozco.
- No -repitió ella-, no me conoces. Crees hacerlo, y de uno a otro la diferencia es enorme.
(Y el cielo se cayó porque al empezar a suponer se le olvidó que ella odiaba que hiciera eso mismo.)
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