Es quizá producto de mi sobre explotada mente, de mi condición de cansancio extremo, de nostalgia, de desconcierto, de decepción, quién sabe. Hay demasiada calma, eso lo sé. No es algo usual, no es la tranquilidad normal del paisaje, hay una calma diferente, una que no encaja. Hay demasiada tranquilidad y demasiado silencio. Los arboles no se mueven, ni siquiera las aves cantan. Hay personas en la calle, si, pero ni siquiera ellos se atreven a hablar en voz alta.
Son todos tan silenciosos como los que más, como monjes en medio de sus oraciones o como cuando te quedas en silencio al jugar al escondite para que no puedan hallarte.
Hay demasiada calma y estática en el ambiente. Una sensación eléctrica.
Ya ha empezado a llover.
Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.
15 oct 2013
Calma
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