La primera vez estuvo bien, el primer día, el primer sueño. Yo juraba que era sobrevivíble, luego entendí que hay cosas que toman mucho, mucho tiempo para sanar. Hay muchas heridas que no sanan, que dejan cicatrices horrendas y permanentes.
Como tu.
Como yo.
Como todo.
Y quise recurrir a ellos, buscarles y salvarme a mi misma en un intento desesperado pero es que no funciona así, nada funciona así. No va a haber nadie mañana, ni el día siguiente ni el siguiente. No va a haber quien salve el mundo de la destrucción cuando todo quiera caerse.
En fin, es pura especulación. Tres son poco, creo, cuando hablamos de vidas en las que me persigas. Y miles jamás serán suficientes, por lo que sé, si eso me da solo un momento feliz, una sonrisa, un nuevo juego de ahogados donde pueda reírme en serio.
Yo quiero, por favor, un nuevo juego. Y suplicaría, creo, si me fuera posible, si pudiera cambiar algo. Nada va a cambiar, creo, aunque ruegue, aunque suplique, aunque rompa y destruya y grite porque no lo soporto mas.
Eres mio, al final del día, al final de todos los días, eres de aquí (de este agujero enorme en mi pecho) y no te vas, y no te quieres ir, y creo que no lo lograré. Cada noche, cada mañana, creo que no va a ser posible. Y el día pasa y sueñas que se va a poder, y la esperanza aparece nuevamente, y mata. Y la odio, así como a ti te tengo en el otro extremo de la cuerda, en el extremo justamente opuesto al odio. Shhh.
Ni siquiera con mil vidas puedo.
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