Esta es la última carta de amor que te escribo.
Si, así como lees. Técnicamente. Directamente. Es la última carta que dedico a ti, a tus ojos, a tu sonrisa, a tu cabello, a este amor. Es la última vez que te escribo a ti directamente, a ti como cuando hablo contigo, como si te hablase a ti. Es la última vez que me permito creer que me lees, aunque no te diré que espere realmente que sea la última vez que lo hagas.
Sin embargo, me apego a mi decisión. Está es la ultima carta de amor que te escribo a ti, como tu, y por lo tanto quiero decir muchas de las cosas que nunca dije. Es la última porque he decidido definitivamente sacarte de ese rincón enmohecido donde empezaste a vivir hace más de un año. Eso de que el tiempo cura las heridas, amor, a mi no me parece del todo cierto. Tu ausencia duele, quema, rompe todo lo bueno que pueda quedar en mi; cuando sometes a alguien a desear algo con tanta fuerza y se lo niegas, pasa eso. Tu ausencia me marca, como si fuera un hierro al rojo vivo, porque a cada paso me recuerda que no estás ni estarás. Pero sabes, no es tan malo después de todo. Me has dado grandes ideas, de las mejores ideas posibles, de las mejores que he tenido. Y el sentimiento (Inserta aquí un suspiro) ha sido inmensamente maravilloso. Fui feliz, incluso ahora al recordarlo lo soy, y nunca había sido tan feliz. Nunca me había sentido así por alguien, tampoco, no con esta intensidad ni con esta duración. Mis caprichos son temporales, sumamente pasajeros, tu eres la excepción que confirma la regla.
Sin embargo, me apego a mi decisión. Está es la ultima carta de amor que te escribo a ti, como tu, y por lo tanto quiero decir muchas de las cosas que nunca dije. Es la última porque he decidido definitivamente sacarte de ese rincón enmohecido donde empezaste a vivir hace más de un año. Eso de que el tiempo cura las heridas, amor, a mi no me parece del todo cierto. Tu ausencia duele, quema, rompe todo lo bueno que pueda quedar en mi; cuando sometes a alguien a desear algo con tanta fuerza y se lo niegas, pasa eso. Tu ausencia me marca, como si fuera un hierro al rojo vivo, porque a cada paso me recuerda que no estás ni estarás. Pero sabes, no es tan malo después de todo. Me has dado grandes ideas, de las mejores ideas posibles, de las mejores que he tenido. Y el sentimiento (Inserta aquí un suspiro) ha sido inmensamente maravilloso. Fui feliz, incluso ahora al recordarlo lo soy, y nunca había sido tan feliz. Nunca me había sentido así por alguien, tampoco, no con esta intensidad ni con esta duración. Mis caprichos son temporales, sumamente pasajeros, tu eres la excepción que confirma la regla.
Te confieso, si, que me elevé hasta la décima nube del cielo más alto con cada palabra que salía de tus manos, de tu boca, con cada sonrisa y cada juego. Te confieso que te quise incluso desde antes que tu lo supieras, desde antes del primer juego de ahogados o de la primera sonrisa conspiradora. Te confieso que el chocolate no sabe igual desde aquella mordida, que no he podido volver a morder a nadie como solía desde ti, que no he tenido intenciones de saber morder a nadie desde ti. Te confieso que cada canción, cada libro, cada poema que yo solía amar, cobró un nuevo significado bajo tu existencia. Te confieso que mis palabras no han vuelto a ser iguales, ahora duelen un poco más, pero también son más creativas, más honestas, más sentidas, ahora sé lo que es eso, ese sentimiento del que hablaba, ahora sé que ese vacío en el pecho existe, que las mariposas/murciélagos (lo siento, desde alguien especial, para mi las mariposas son más murciélagos que otros seres) si son reales, que el querer a alguien con cada célula de tu cuerpo es posible. Te confieso que ahora entiendo que el amor duele y que, cuando quieres a alguien, no te importa si le tienes o no, simplemente quieres que sea feliz, así como yo quiero verte sonreír. Te confieso que, aunque te quiero como a nadie, me dueles más que nada; has sido mi gran amor (eso creo, al menos por ahora), ese que se quiere con todo aunque no se tenga, ese que se tiene no en un pedestal sino dentro del alma misma, ese que te mueve y te hace creer en lo imposible; ese. Te confieso que ya sabía que tu no me amabas, que no estabas enamorado de mi, que no me querías como yo a ti. Te confieso que fui lo suficientemente ilusa como para esperar que mi amor por ti pudiera hacerte quererme de esa forma. Te confieso que sé que estaba equivocada. Te confieso que ha dolido como nada había dolido antes, aprender a vivir con el sentimiento de querer algo tan desesperadamente y no poder obtenerlo. Te confieso que he llorado las lágrimas más amargas que me han sido posibles, aunque no han sido realmente muchas. Te confieso que nada de esto me ha sorprendido, desde el primer momento en que te vi, lo supe, y lo acepté.
Te explico, para mi el amor siempre ha sido algo normal, algo necesario en la vida de cada persona, algo incluso anhelado. Te explico, para mi la vida siempre ha sido más o menos monótona, voy bien y al instante siguiente ya me caí a pedazos, o me rompen, que al caso es igual. Te explico, yo te vi y el mundo se detuvo, se quedó congelado, y entendí los libros. Te explico, yo te vi y entendí a Cortázar. Te explico, yo te vi y mi mundo se encendió, se incendió, implosionó. Te explico, yo sabía que me harías daño, que me romperías en pedazos, claro, cómo no saberlo si eras tan tu, tan diferente y tan único y tan igual a mi. Te explico, yo soy ilusa, y acabé volando en una de esas nubes que tan toxicas se vuelven.
Te aclaro, yo no necesité que tu me vieras para verte. Te aclaro, no necesitaba que dijeras nada que no sintieras. Te aclaro, yo estaba bien con eso de verte de lejos y simplemente ser tu amiga porque eso era lo que parecías querer/necesitar. Te aclaro, yo no te pedí nada, ni siquiera cuando moría por hacerlo. Te aclaro, yo puedo sobrevivir. Te aclaro, esto no me matará, el desamor no es tan malo. Te aclaro, tu recuerdo me acosa, si, pero saber algunas cosas ayuda. Te aclaro, mi mayor deseo es verte feliz, o al menos pensar que lo eres, saber que sonríes y que tus ojos se iluminan con aquello que amas. Te aclaro, mi mayor deseo es que puedas amar a alguien, aunque sea sólo a ti mismo, y que entiendas que el amor no es malo, así como tampoco el desamor, pero que debes permitir que la gente se acerque lo suficiente si de veras quieres que vean todo lo que hay en ti que es tan digno de amor. Te aclaro, eres digno de ser amado, y te lo he dicho casi siempre, aunque tu no escuches. Te aclaro, a mi no me duele que no puedas quererme, a mi lo que me duele es saber que, aún así, te entiendo. Te aclaro, no hay culpas, no hay rencores, es simplemente el ciclo de la vida. Te aclaro, yo estaré bien y tu dejarás de sentirte culpable o avergonzado o como sea que te sientas por lo que pasó. Te aclaro, yo sé sobrevivir, te lo he dicho siempre, y eso es lo que haré. Te aclaro, hoy no duele tanto.
Te cuento, hoy puedo sonreír. Te cuento, hoy puedo hablarte sin que el corazón se me encoja en el pecho. Te cuento, hoy puedo pensar que, definitivamente, mañana será mejor. Te cuento, hoy entiendo que lo que sentía, aunque real, era demasiado unilateral como para poder sostenerse (y si, utilicé el verbo en pasado, y es un avance enorme). Te cuento, puede que no sea exactamente hoy o en un lapso corto de tiempo, pero sonreiré de nuevo y podré incluso verte sin que eso signifique que un rayo me deje estancada en el suelo. Te cuento, la vida sigue, el amor también.
Y claro, esta es una de esas declaraciones que jamás me atreví a hacer frente a ti porque, querido mio, tu siempre me has hecho pensar en un animal salvaje con miedo a los humanos, no deseaba que salieras corriendo. Sin embargo puse todo mi empeño para, si no domesticarte, al menos acostumbrarte a mi presencia, para que no huyeras de mi, para que no te escondieras. Mis intentos fallaron, mis planes también, y me quedé enganchada a ti como un adicto a una potente droga.
Yo amé ese primer beso, esa tarde juntos, ese momento de incertidumbre donde me prometí a mi misma dejar todo en la nada si tu no te atrevías a hablar. Fui yo quien habló, y tu nerviosismo acabó por sellar mi condena. Y fue dulce, muy dulce. Y amé también ver caer los relámpagos desde el balcón de un cine, y ver un oso de peluche en la pantalla mientras hablábamos de cosas suaves. Tu y tu frase clavaron las espinas de un cariño que se me salía de las manos, tu y tu renuencia a hacer cualquier otro avance me decían mucho. Y al final acabamos con una serie y una interrupción y te fuiste y mis manos se quedaron vacías, pero las tuyas no las habían llenado. Y yo me pregunté, una y mil veces, si alguna vez algo de eso habría sido por tu voluntad, si habrías deseado tu que eso ocurriera. Y deseaba que así fuera, porque eso quizá significaría que me querías y era suficiente. La respuesta era otra, lógicamente, y yo me negaba a considerarla. El tiempo te obliga a pensar en muchas cosas, sin embargo, y al final me encontré pensando que, si todo había sido así, entonces era porque tu simplemente te dejaste llevar por mi, por mi tonto romanticismo y mis tontas palabras que quizá te hicieron pensar que por un momento estabas interesado. Y entonces un día decidí preguntar, porque yo si te extrañaba, y se me rompió el corazón y mi mundo se destruyó. Y entonces un día me di cuenta que esto había sido casi una farsa, y me prometí sobrevivir.
No te negaré las lágrimas, que han sido muchas, si. Ni te negaré las noches en vela, que también han sido varias. Sería injusto esconderte esas cosas, al fin y al cabo son parte de la realidad. Yo recuerdo las palabras, los juegos, las bromas, las indirectas y aquellas cosas que jugábamos a compartir. Yo recuerdo y aunque en un principio dolía, hoy ya no duele tanto. Y mañana quizá duela menos.
Te agradezco, cada mordida. Te agradezco, cada juego. Te agradezco, cada minuto. Cada segundo, cada sonrisa y cada gesto. Te agradezco que hayas hecho algo como aquello para hacer feliz a alguien como yo. Gracias. Te agradezco que seas tu, porque es a quien quiero, y que sean tus ojos los que veo porque son las estrellas del cielo. Te agradezco porque yo, que juraba que el amor destruía, aprendí también que te hace crecer y que no importa cuando duela o cuanto queme, al final no destruye sino que crea.
Esta es pues, mi ultima carta de amor hacia ti, porque este juego de un solo jugador ya se ha hecho injugable, insostenible, imposible. Porque deseo que seas feliz y para que puedas serlo, debes estar libre de culpas, y ahí es donde entro yo. No hay culpas, ni culpables, sólo un amor inocente que no supo manejar sentirse atrapado por primera vez. Y tu posiblemente te sorprendas, porque yo diga 'por primera vez', pero es que así es como se siente, como si fuese la primera vez. Eres, y no me preocupa admitirlo, la primera persona que despierta en mi un interés romántico sin haber hecho algún tipo de declaración previa. Simplemente existías. Simplemente te vi. Simplemente lo supe. Como supe también muchas otras cosas. Que me seria difícil, sino casi imposible, hacer que me quisieras como yo a ti (no me equivoqué). Que saldrías corriendo si yo no tenía cuidado con mis demostraciones de afecto, que te asustarías. Que olvidarías mi sonrisa con tanta facilidad como dificultad tendría yo para sacarte de mi mente.
Y con todo, cariño ( me hubiera gustado muchísimo poder llamarte así a ti, en tu cara, en un mensaje siquiera, pero te habrías asustado, creo), con todo, yo era feliz, incluso sabiendo todo esto. Y resulta que ahora, un poco después, me enteré que tu, como yo pensaba, quizá nunca habías sentido esto por mi. Y no sabes lo que dolió, en su momento, casi rompió mi poca resistencia. Una cosa es verte por ahí, saber que estamos en el mismo edificio, en la misma ciudad, quizá incluso en el mismo salón y yo no lo sabía. Y te veía por ahí y era difícil, sumamente difícil, porque había más cosas en tu vida que un tonto recuerdo de alguien que un día te quiso mucho, pero en la mía pocas había que fueran tan grandes como el recuerdo tonto de alguien a quien quise con todo, todo. Ah, si, esa parte. Si, bueno, yo te quise a base de bien, con todo. Yo pensaba curarte todas esas heridas y miedos, con calma y mucho tiempo, y luego un día me atrevería a decirte cariño y a bromearte un poco y quizá entonces no salieras huyendo. Al final ni siquiera mis precauciones bastaron, igual huiste, pero al menos lo intenté, creo. Y yo siento que valió la pena, al menos luché. Te pido perdón, si, eso, porque al final me rendí, me rendí y dejé las cosas al azar porque, después de enterarme de lo mucho que te quería, me sentí deshecha al ver que no era algo recíproco. Y a veces he pensado que debí luchar más, decir un poco más, intentar que te quedaras, pero no vale pensarlo, eso ya fue.
Y ahora te confieso, después de muchos sueños, de muchas lágrimas, de muchas noches intentando sin éxito no pensar en ti, que hoy desperté y mi primer pensamiento no fuiste tu, mi primer pensamiento fue que quería seguir durmiendo. (Mala broma, pero, hey, no quiero que te deprimas). Ya en serio, te confieso que empiezo a verlo más claramente, que ya lo veo más claramente. Que aunque siempre te he defendido frente a quienes conocen mi historia, y pese a que no soy capaz de pronunciar ni una sola palabra en tu contra, ya lo entendí. Entendí que no todos los amores son buenos y que no todos los sueños se cumplen. Porque una habitación vacía puede ser sumamente ruidosa si hay suficientes lágrimas como para ahogarte, como dice una canción, y yo he estado mucho tiempo en habitaciones vacías desbordando lágrimas. Hasta que aprendí, no a nadar, sino a quitar el sifón del fondo de la bañera, a dejar que el agua salga, que la sal se vaya. Y es eso, es esa sensación de que todo empieza a fluir nuevamente y que pronto podré respirar lo que me hace contarte todo esto, que de otro modo yo nunca te habría contado. Pero quería hacerlo oficial, quería que fuera tangible, quería que, si algún día puedes, supieras esto. Ya hice las paces conmigo misma, en parte, y estamos en mesa de negociaciones para el resto del proceso, porque es tiempo. Y aunque lo único que me duele es que jamás tuve la oportunidad de mirar tus ojos y decirte que te quería, y ver el cielo y el mundo reflejado en ellos; no me comeré la cabeza con esa idea. He decidido dejarla ir, así como a ti, y quedarme con los buenos recuerdos de lo que si fue.
Y te digo, te quiero, te quise, creo que posiblemente llegué a amarte como no he amado a nadie en mucho tiempo, creo, no te asustes. Y sigo creyendo que en ti hay más de lo que tu mismo ves, más de lo que tu mismo sabes, más de lo que nadie sabe. Sigo pensando que vales la pena, y todas las penas y torturas del mundo, y que vales mil mundos más. Y sigo pensando que algún día serás feliz y amarás y sonreirás y, es incluso posible que yo lo vea y que sonría también, porque es eso lo que siempre he querido para ti. Y estoy segura que serás un gran hombre, más de lo que ya eres, y que en algún momento perderás el miedo a tantas cosas y empezarás a vivir como deseas, bajo tus reglas. Y estoy segura que yo seré feliz, que me hallaré a mi misma y quizá hasta a alguien que me ame y a quien yo ame más que a ti, y sonreiré y bailaré bajo la luna y no pensaré en ti más que con cariño. Y estoy segura que nos veremos de nuevo y podremos hablar y sonreír y simplemente volver al punto donde eramos amigos. En algún momento, independientemente de mi tonto amor por ti, lo fuimos, creo.
Y esto es todo. Estoy segura que todo irá bien. Por lo tanto esta es mi última carta de amor para ti, la última vez que pienso hablarte de esta forma. Oh, no dudes que te usaré aún en muchas ideas y como inspiración, una oportunidad así no se tiene a diario, pero ya no hablaré contigo. Ya no me desharé a mi misma en alguna torpe nota suicida llena de palabras sangrantes que juren amor e indaguen por qué no puedes quererme. Y aunque haya cosas que no entienda, ya no te escribiré. Aunque haya cosas que quiera decir, ya no te diré.
Vive, sé feliz, sonríe. Te pido por favor que sonrías, que es todo lo que quiero, y que seas feliz. Porque en cuanto a mi, está es mi despedida.
Te quiero, te quise, seguramente te querré aún en un futuro, pero como a un recuerdo, como a un valioso recuerdo de un pasado feliz. Y esta ....
Esta es mi última carta de amor para ti.
Eso es un corazón hermoso, vivo y sincero. ¡Que valioso corazón!
ResponderBorrarllore lo juro
ResponderBorrarllore lo juro
ResponderBorrar😭😭😭
ResponderBorrares precioso..
ResponderBorrarNo me hagan esto, es lo q vivo hoy dia y duele duele hasta los huesos.
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