Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.
Mira que me han preguntado por el día más feliz de mi vida. Y yo sólo he podido pensar dos. Uno involucra helados y frutas y una oración algo torpe y un poco mal formulada por alguien que, ahora sé, no quería formularla.
El otro involucra truenos, relámpagos, osos de felpa y suavidades.
Pero hoy, a diferencia de muchas veces, recordarlo no ha dolido tanto.
Quizá saber que no lo querías, ayuda, sólo un poco, pero ayuda.
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