Entonces ella apareció.
Salió de la nada, del espacio vacío donde yo juraba que no había habido más que oscuridad. Se quedó mirándome como si fuera algo normal, como si todo fuera lo más común del mundo. Eso no era normal, no era algo común. No todos los días una chica sale de las sombras del viejo callejón donde los muchachos y yo pasamos el rato, es un callejón tan escondido que ni siquiera las damas de la noche que tanto abundan en esta ciudad lo frecuentan. Ella se veía tan fuera de lugar y a la vez encajaba tan bien que me quedé de piedra por unos momentos. Me costaba incluso respirar teniéndola tan cerca. Yo la había visto antes, en repetidas ocasiones. Estudiaba en la misma universidad que yo, incluso teníamos algunas clases en común. Era posible que hasta hubiésemos intercambiado una que otra palabra, o no, eso no. Recordaría haber hablado con ella. Oh, rayos, se ve tan deliciosa. Si, deliciosa. Me dan ganas de probar sus labios rosas y entreabiertos. Pero no debo, no sería buena idea, ella es demasiado buena, demasiado inocente. ¿Qué estoy pensando? Jamás. Ella jamás podría ser mía. No puede serlo. Debería irme. Tendría que marcharme ya, mañana tendré clases y seguramente los chicos se irán en un rato. Pero puedo esperar a que ellos se vayan. No hay ningún problema si solo me quedo un poco más y la observo. Se esta acercando a mi, oh dios, qué hago. Es tan linda y se ve tan preciosa con esa ropa. No es el tipo de ropa que usa normalmente, siempre tiene esa imagen de niña fuerte, pero la mujer sensual de hoy es alguien que no conocía. Esta increíble. Se acerca aún más. Quizá debería decirle algo, hablarle. Pero de qué. No sé qué hacer. Si se acerca más acabaré tomándola en mis brazos y besándola. ¿Y si dice que si? Me observa como si esperase que yo hiciera algo.
Debería hacerlo. Debería ir y besarla para que sepa lo que me causa.
Sí, besala!!!
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