Resulta y pasa que hoy, por esas casualidades no tan casuales que poblan mi vida, vi a esa-persona-que-no-me-gusta-nombrar/ese-pibe-que-me-odia.
¿Lo malo? Él también me vio, no puso muy buena cara.
¿Lo bueno? A mi me dio totalmente igual. No me causó nada. Ni ese extraño desasosiego que motivó la cuenta, ni ese nerviosismo que causó tantas palabras, ni siquiera ese poquito de vergüenza que me daba ser la mala del paseo.
Fue simplemente como ver a otro ser humano con el que debo compartir el planeta. Normal. Indiferente. Y eso me alegra.
¿Que por qué me alegra? Oh, porque significa un cierre de un capítulo que realmente deseaba finalizar.
Ahora bien, lo que si no sé es qué tipo de reacción tendré si llego a ver a ese-par-de-ojos-que-me-perseguían. Eso sí me preocupa. Eso me pone nerviosa, me hace preguntarme. Eso hace que sea consciente de lo extrañas que son mis decisiones y de lo exigente que puedo ser en ocasiones pero es que, gente bonita, suelo dar demasiado como para no recibir al menos algo a cambio.
Vamos que no era tan difícil. A estas alturas estoy un 99% segura que fue casi todo porque yo quería y esa no es una sensación que me agrade. De hecho, es una de las sensaciones que menos me gustan.
Y entonces, cuando yo diga que no va más, cuando diga que no es justo, que no me gusta, que ni siquiera me importa, incluso si es mentira, él me creerá. Porque claro, según parece, no e importará el rumbo que tome esto.
Y al final solo tengo un consejo para mi misma.
MI MISMA, LA PRÓXIMA VEZ QUE QUIERAS PEDIR ALGO, CALLA TU ABSURDA BOCA. ESTO NI ES LINDO NI ES DIVERTIDO. ASI QUE, A CALLAR PARA LA PRÓXIMA.
He dicho. Carajo.
Y para Belle:
SI SE TE VUELVE A OCURRIR LA MAGNIFICA IDEA DE IDEALIZAR A ALGUIEN DE NUEVO O DE FIJARTE EN OTRO ESPÉCIMEN DE ESE TIPO, TE COLGARÉ A UN ÁRBOL DE TU HERMOSO Y LARGO CABELLO Y TE PROHIBIRÉ LA SALIDA AL MUNDO EXTERIOR POR UN LARGO PERIODO.
Rayos.
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