Puede ser un intocable, puede ser un chiquillo, puede ser terreno cuasi sagrado, pero hay cosas que admitir.
Primero, le extraño. Se acaba de ir y ya me hace falta, extrañaré nuestras conversaciones, o su acoso, o su sonrisa picara que decía que tramaba algo. Extrañaré que me haga maldades y que se quede observándome como si le gustara lo que ve. Extrañare que diga que soy intrigante.
Segundo, es más de lo que pensaba. Mucho más maduro, divertido, intrigante. No es en absoluto el niño que pensé en un principio.
Tercero, para mi desventura, le quiero. Ese chiquillo se me metió en el corazón y, ya le quería, pero ahora soy consciente de quererle de otra forma. De la forma en que quiero a un igual, a alguien a mi altura, a alguien valioso. De la misma forma en que puedo querer a un posible 'affair' o a un 'romance'.
Cuarto, no lo lamento. Debería, creo, pero no. Lo que lamento es haber dejado nuestra despedida ahí, no haberle abrazado un poco mas, no haberle dicho mas, no haber preguntado mas.
Quinto, es creo que la décima vez que escucho la canción. Es hermosa. Demasiado hermosa. Y si bien no sé qué tan literalmente tomarmela, me encandila la belleza del detalle. Y me entristece pensar que no sé cuándo podre verle y decirle que fue un hermoso detalle.
Sexto, hacia tiempo que no me perseguían los aromas. Incluso en mi estado, no pude dejar de notar su aroma y ahora lo tengo grabado en la memoria y lo llevo en la piel.
Séptimo, es un chiquillo, pero de todos los hombres que han intentado flirtear conmigo, es el que más tierno me ha parecido. Es encantador, divertido. Un niño, si, al fin y al cabo es lo que es, pero eso es tierno y refrescante. Un niño demasiado maduro, un niño demasiado divertido.
Octavo, odio un poco el saber que a ese-par-de-ojos-que-me-perseguían parece no interesarle mi existencia. Como siempre, tiene el beneficio de la duda y tiene mil y una excusas, porque así soy, pero eso no cambia el hecho de lo poco que he sabido de alguien que dijo quererme, de alguien que me importa, de alguien que pude amar, porque pude haberlo hecho, si no se hubiera perdido en el momento exacto.
Noveno, el tiempo pasa, consume y borra los recuerdos y las palabras. Como siempre. Y aunque quiera, sé que no puedo hacerle eso. No puedo atarle, yo tengo mis deudas y mis reglas, y no envolveré a nadie en ellas. Pero si, sería lindo ver cómo se hace hombre ese niño. Estoy segura será un gran hombre.
Décimo, ya no sé que más. Diez es un lindo número. No tan pequeño como cuatro, que es la diferencia, pero uno lindo. A todos los extrañaré, hicieron de mis días algo mágico y se me metieron en la piel esos chiquillos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deja que tus gritos también sean llevados por el viento.