Y luego surge la pregunta de por qué me cierro. Por qué acabo ocultándolo todo bajo la máscara y por qué nunca suelo decir las cosas como realmente son.
Pero es que pasa esto, esto mismo.
Amigos jugando malas pasadas y dando golpes bajos que, por ser quienes son, acaban doliendo enormemente.
Y si, normalmente sé cómo perdonar y olvidar, pero algunas cosas no puedo simplemente dejarlas ir.
Y no es lindo, no se siente bien.
No es agradable y eso me destroza. Pero no estoy dispuesta, no quiero, no pienso rogar su perdón o su comprensión. No fue mi culpa.
Y si esas cosas logran hacer que olviden todo aquello que alguna vez dijeron sentir por mi y si eso hace que olviden todos esos detalles llenos de amor que han salido de mi, entonces quizá las cosas no valgan mucho la pena.
Yo no ruego, no me gusta. Si, en broma lo hago, pero de ahí a realmente rebajarme hay un largo trecho.
Porque, sabes, no deberías necesitar rogar para que tus amigos te perdonen.
Y por eso me siento así, por eso no soy yo últimamente, porque cuento con quienes no pensé que contaría y en cambio pierdo a quienes no pensé que perdería.
Cambio y fuera.
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