Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

10 oct 2012

Y allá vas. O acá estás.
No tengo ni idea de qué es o de qué va.
No tengo ni una sola pista sobre el resultado, sobre el desenlace, sobre qué es lo que hay al final del túnel.
¿Pero vos qué sabés? Esto no va mal.
No peleo, no grito, no lucho.
Creo que, más bien, estoy tratando de permitir que me lleve la corriente. Quiero ser parte de ti, de tu mundo, de tu sol, de tu luna. Quiero que tus brazos y que tus besos me calmen cuando el dolor y la ira se apoderen de mi. Quiero que sea mi voz la que desees escuchar cuando te sientas mal. Quiero saber que es en mi en quien piensas y que soy yo a quien querés ver.
Creo que, en lugar de luchar contra ello como normalmente hago, tengo ganas de enamorarme de vos. Bueno, no exactamente. Es decir, no es que desee fervientemente amarte, no, no así. Pero ¿qué querés  que diga si de veras pienso que amarte no me haría mal?
Yo en serio me pregunto si esto desembocará en ese extraño sentimiento, en esa cosa que no sé si alguna vez he experimentado y de la cual mis sentidos se hallan ávidos.
Pero bueno, sé que difícilmente sabrás esto. Pero yo necesito saberlo, necesito decirlo. Necesito saber que no me lo estoy tragando todo como si fuera un veneno que lentamente corroerá mis venas.
Esto es todo, por ahora. Pero solo porque, aparte de las mil ganas de robarle un beso y unas cuantas palabras, también muero de ganas de poder decirle todo esto a la cara, y no simplemente sentirlo como una piedra fría en mi garganta cuando le veo.

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