Si, la mayoría de las veces no sé por qué digo lo que digo. Oh, espera, si, si lo sé. Suelo decirlo porque lo siento, porque al menos siento una parte de lo que digo y, para poder sacarme el veneno, tengo que amplificarlo y magnificarlo cosa que no quede ninguna astilla rezumando de podredumbre.
Y ahora no soy capaz de creerlo si lo escucho, porque ya dije que quería escucharlo. Y todo, todo, todo lo que diga, haga, sienta o deje de sentir y/o hacer en mi presencia quiero que sea pura y sencillamente porque así lo desea, porque así le nace, porque eso quiere, no porque sepa que es lo que yo deseo.
Quizá por eso no digo mucho, para no influir, porque realmente me cautiva cuando es así, tan natural y espontaneo como él mismo.
Y creo que esa persona tenía razón, por mucho que no desee admitirlo, creo que posiblemente estaba en lo correcto. Pero eso si es algo que no diré, ni hoy, ni mañana ni en un futuro próximo. Porque le tengo miedo, porque me aterra y porque tengo demasiadas preguntas aún sin respuestas.
Cambio y fuera, ahora vamonos a observar la conducta humana.
(Tengo que decirlo: Elefantito mío, necesito terapia (al más puro estilo tu y yo juntas un rato) y pronto)
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