Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

5 nov 2013

Teoría N°5. De por qué prefiero un grupo de gente específico y me aburro de otros.

Par de cosas que se me ocurren como posible justificación a esa pequeña volubilidad e inconstancia con la que juego.
Créanme que lo he pensado, más de una vez me he puesto a pensar en ello, resulta que hay algo diferente en eso. Algo hay en ese haber y no haber, en ese existir y no existir, eso de ser y no ser, que es tan llamativamente agradable.
Es la crueldad, la indiferencia, es ese destello de puro desinterés que a veces es tan obvio lo que hace que prefiera eso sobre todo.
Puro masoquismo.
Abre tus ojos. Sé que tienes miedo de mil cosas.
Sé que no le temes a casi nada.
Saben, a veces no hace falta nada más que el saber que sin importar cuánto tiempo pase, cuantos años o siglos, cuanta gente venga y vaya, esa persona y tu relación con ella seguirá siendo igual.
Así sea un obstinado que se empeñe en que quieres besarlo o que discuta contigo el funcionamiento de la manipulación de la conducta humana o que simplemente te diga que no pretende hacerte daño y por lo tanto no te ve de ninguna otra forma. O una persona que por poco que te vea, sigue sabiendo exactamente qué y cómo te gusta, sin malpensar y haciéndolo también.
Al final es eso lo que prefiero.
No soy fanática de nada que incluya una gran presencia o que requiera demostrar interés.
No pregunten por qué. No hay una herida específica que reclame la culpa.
No puedo culpar a un corazón roto de heridas que no ha causado, aunque haya personas tontas que quieran hacerlo.
No puedo culpar a un orgullo destruido por la incapacidad de decir algunas cosas, no, el amor no siempre tiene la culpa.
Quizá eso me gusta tanto. Ellos saben bien que hay cosas peores que un corazón roto y que este es apenas una mínima parte. Saben que ni de lejos hay un pasado del que hablar, ese término, pasado, supongo que deben referirse a mis vidas anteriores porque en la actual no he vivido lo suficiente para darle esa descripción. Ni siquiera yo hago eso, suena demasiado a un periodo de tiempo más extenso que lo que yo he vivido. No.
Y mi teoría era algo confusa, no he podido aclararla aún, pero creo que es por eso que me agrada la gente complicada, gente que no quiere esperar, gente que no quiere sentarse a entender si tu quieres o no quieres verlos. Me basta conmigo misma, me basta con ser yo quien cumpla ese papel.
Prefiero los extraños, esos exigentes que dicen querer verme y ponen toda su autoridad en el mandato, esos que dicen que no los deje solos y no aceptan mi negativa. Esos que dicen salta, esperando que yo pregunte qué tanto, y sin embargo sabiendo que no lo preguntaré.
Ese es el tipo de persona que me agrada sobre todos.
Claro, excluyo de esta lista a mi gente, a esos que llevan en mi vida el tiempo suficiente para saber cuando puedo aguantarme las lágrimas y cuando es necesario enviar un mensaje que me recuerde que cuento con ellos. De resto, sencillamente no tengo mucha paciencia con ellos. Y dado que vivo de caprichos, tiendo a cambiar como veleta al primer comentario hiriente o fuera de lugar.
Lo he dicho mil veces, no me agradan los sufrimientos innecesarios y no necesito gente que asuma y asuma y que planee y planee conmigo sin siquiera mi aprobación.
Deberían dejar de esperar, digo yo.
Eso de recibir corazones y palabras y mundos en bandejas de plata, no es lo mio. No me gustan los regalos, siempre llevan un precio. No me agradan los poemas, suelen ser poco creíbles. No soporto las canciones, no cuando vuelvo a pensar racionalmente, son de una cursilería imposible.
Prefiero los crueles y los extraños. Prefiero esos que me dicen que me calle cuando hablo de mi y que me dicen que mantenga presente que no son ningún ángel o salvador.

No quiero hablar, no quiero escuchar. No pude dejar pasar una teoría, si, pero no quiero hablar realmente.
Quiero mi burbuja, quiero que sólo los que tienen llaves entren y que el resto mantenga su distancia.
Quiero jugar con gente cruel.
Fin de la teoría.

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