No recuerdo bien como iba, se que decía algo de lo mucho que le quería o sobre lo diferente que era sentirse así.
Nunca recuerdo bien esas cosas, las palabras para mi se vuelven borrosas cuando el tiempo y el desamor pasan por ellas.
Sin embargo no se olvidan algunos detalles, el sentir de una respiración en tu cuello, el rastro de una mordida traidora, las marcas de un par de uñas descuidadas. ¿Quien dice que el decir adiós significa cerrar todo? Al final del día, en ese momento en blanco en el que se supone que se intenta dormir o soñar o lo que sea, los recuerdos son quienes nos atan a la vida, al mundo, quienes nos devuelven ese poco de nosotros para evitar que perdamos todo lo valioso que hemos ganado.
Digamos que en ocasiones son feos, si, duelen asquerosamente, pero no por eso son menos reales, no por eso son menos tuyos.
Así es cuando me encuentro pensando en que esa fue la esquina donde me abrazó por primera vez o que fue allí donde le vi pasar y supe que todo estaba perdido.
No es malo, creo, recordar.
El problema con los recuerdos es que, igual que los besos, crean adicción.
Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.
18 nov 2013
Recuerdos
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La diferencia entre el beso y el recuerdo es que la adicción del recuerdo es pasajera, va muriendo con el tiempo (a la final, corto); va siendo sobrescrita por nuevos eventos (aunque tomen días, meses o años[y seguirá siendo corto]).Los recuerdos resultan ser tan iguales que al final aburren. Sucumbirán ante una huella más fuerte que nos robe el pensamiento.
ResponderBorrarNo así los besos. Los besos son adicciones incrementativas y en ocasiones hasta comparativas, pero no mueren más que en los años donde el acostarse junto al(la) otro(a) es solo por temas de calefacción y no de pasión. Los besos se perfeccionan, se disfrutan, se SIENTEN, se vuelven exigentes. Son egoístas (aunque parecen muy entregados), son curativos, son hirientes, son una de las puertas a lo más sublime de la humanidad: la fundición de cuerpos, almas y pensamientos.