(Supongamos que una ex pareja se sienta a hablar en los pasillos de la universidad. Es tan fácil, tan confortante.)
- ¿Cuantas veces terminamos? -musitó la joven bajando la mirada. Llegó a pensar que su compañero no la había escuchado cuando este replicó.
- Siete.
- ¿Las contaste? -parecía sorprendida.
- Siempre pensé que volverías a mi, así que parecía una buena anécdota para contarle a nuestros hijos -el chico puso su mejor sonrisa falsa, estaba avergonzado por aquella confesión.
- Lo lamento -ella lo miraba compungida-, nunca quise ser tan mala. Siempre tratamos de llevárnosla bien, ya ves que difícilmente podíamos pasar veinticuatro horas de separación.
- No te disculpes -la disculpa de la chica lo incomodaba, nunca le había agradado que ella se disculpara-, odio cuando lo haces. Las cosas tenían que ser así, punto.
Ambos bajaron la mirada al suelo, sus zapatos parecían ser más interesantes que la conversación que sostenían.
- Tenemos problemas, sabes? -la chica se estaba refiriendo a ella y su nuevo novio, él solo se encogió de hombros- Era más sencillo contigo. No digo que no lo quiera, pero contigo era como respirar, como el latido del corazón, con él es como si estuviera dando un trote ligero, no duele ni molesta, pero puede dejarte exhausta. Lo lamento, no debería hablar de esto contigo porque, si aun sientes algo por mi, sería cruel, y si no es así, entonces sería incómodo.
Él no respondió. Después de unos momentos de silencio ella siguió.
- Sabes, a pesar de todo, contigo sabía que no era solo pasión, no era una simple llamarada y ya, había un fuego latente y dulce que nos unía... Con él no se eso. Con él no se nada aparte de lo mucho que desea mi cuerpo.
- Alguna vez te has preguntado -él había roto su silencio y necesitaba que ella respondiera su pregunta- si quizá él no es lo que necesitas? No querer, ni buscar. Necesitar.
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