Odio tus golpes, tus insultos, aquellas palabras falsas con las que me prometiste el mundo.
Odio verte, respirarte, sentirte, desearte;
odio tanto lo que me haces que ni siquiera puedo nombrarte.
Odio saberlo, haberlo entendido desde el principio: seria doloroso si me deslumbraba contigo.
Odio la sensación de ser un insecto obnubilado por el brillo muerto, por la luz fría y congelada, que mató a todo el que se acercaba.
Odio recordarte, oír tu voz como si no pudiera dejarte y pensar en ti como si fueras mi tabla de rescate.
Odio sentir que necesito de ti como el aire, como el sol y la luna esta noche de color negro azabache.
Odio que tu aliento se mezcle con el mio acelerando mi respiración y mis latidos.
Odio conocerte tanto que reconozca todas tus sonrisas, tus miradas, tus caricias.
Te odio tanto que... te amo.
Amo tu olvido que me llena de frío.
Amo tu ausencia que me consume y me arroja a la demencia.
Amo tu descaro, la sonrisa burlona en tus labios cuando me descubres mirando.
Amo tu voz, tus susurros, tus besos, el fuego que llevas cuyas llamas lamen mi cuerpo.
Amo no tenerte pues puedo sentirte sin que causes el daño que sé que puedes hacerme.
Amo tu ironía, fiel reflejo de la mía.
Amo tu descuido, que a veces simplemente olvides que estoy contigo, y la forma en que arreglas todo, buscando en la pasión el remedio a los destrozos.
Amo odiarte, tanto como detesto el necesitarte porque eso me recuerda lo mucho que odio amarte.
5. bueno
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