III
- Es cierto, eres peligrosa –susurró cuando ya Ella estaba dormida- pero yo no iba tras el peligro cuando te conocí, iba por ti. Supongo que eso fue aun más peligroso.
Ella tenía razón, era peligrosamente tentador dejarse convertir en un esclavo, pero él no había caído ante su “persuasión”, había caído ante Ella. Ahí radicaba la diferencia: él no era una víctima, era un voluntario.
La luna brillaba en el cielo mientras él sostenía entre sus brazos a aquella diosa con la que yacía en la cama; había sido una de las mejores noches de su vida, la lista entera empezaba desde que la había conocido, y ahora se encontraba saciado y satisfecho mientras aguardaba que su compañera saliera de los dominios de Morfeo. Sonrió traviesamente al recordar las horas anteriores, había sido algo realmente intenso, en parte porque le había pedido que utilizara sus habilidades con él y en parte por lo mucho que la deseaba. ¡Y vaya que la deseaba! La mujer era como fuego liquido en sus brazos y no tenía inhibiciones cuando de “jugar” se trataba. ¡Rayos! No se había equivocado al pensar que Ella lo había salvado, si, esa mujer lo había rescatado y seria su perdición, si es que primero no lo mataba de un ataque al corazón o lo mataría la abstinencia. Y él, maldito fuera si lo negaba, moriría feliz.