Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

20 jun 2013

Si tengo que ser honesta, yo lo pensé. Si te soy honesta, tu estarás bien.

Si me toca ser honesta, y creo que te mereces que lo sea, yo sí lo pensé.
Durante esos minutos, para mi fueron eternidades, después de saberlo, lo pensé. Me pregunté, seria y profundamente, qué tan posible sería, qué tan bueno o malo sería, qué tan desastroso resultaría. Bien, ésta es la parte que odio. Ay, cariño, (y un maldito suspiro se cuela en mi pecho), porque lo supe. Supe a la perfección que podría ser feliz contigo, que nadie me entiende tan bien, nadie me apoya tanto, nadie me ve con tanta claridad, como lo haces tu.
Supe perfectamente que pondrías toda tu alma en hacerme feliz, en hacerme sonreír, en demostrarme tu amor. Y también supe que, al menos temporalmente, yo podría ser feliz contigo.
¿Lo ves? Eso es lo que odio, yo lo supe. Sin embargo, mientras el dolor era tan grande que ni siquiera podía llorar, te dije que no te amaba y que no pasaría. Es absurdo, sabiendo lo que sé, pero no puedo.
Sencillamente, por mucho que te ame y desee darte una razón para sonreír, a él también le quiero.
Que digo le quiero, no puedo usar otra palabra, me aterra y me destroza. Tu lo sabes, odias lo que eso me hace, odias que quiera tanto a alguien que no me piensa, que no me reconoce entre la gente. Pero eso pasa, cielo, así suele portarse la vida. Así suele ser todo, esto que yo te hago a ti, es más o menos la forma en que me siento respecto a él. Tu tienes un consuelo, sin embargo. Yo no puedo amarte por completo porque existe él, sin embargo a mi simplemente no pudieron llegar a amarme. Sin motivo, sin razón, simplemente porque así fue. Eso, por sencillo que parezca, duele más que cualquier excusa. Me pregunto si será mi culpa, si hay algo mal en mi, si me falta algo o quizá, por el contrario, me excedo en algo.
Y tu me amas, tu me quieres tal  y como soy, defectuosa  y rota, y yo no logro responderte porque no sé cómo. No sé sacarle de mi mente, no sé despertar y no pensarle, y vaya si he tratado de aprender. Torpe, como siempre, no he logrado aún aprender a sobrevivir. Sigo quedándome sin aire, sigo olvidando las cosas, sigo perdiendo la cordura en detalles tan insignificantes como el brillo de sus ojos cuando sonreía. Es patético, me dirías. Y tienes razón, tendrías razón. Yo lo sé, odio saberlo, pero lo sé.
Y, cariño, si tengo que seguir siendo honesta, te extraño como no tienes idea. Te extraño como no sabes, como nadie puede saber. Quizá tu también me extrañes, quizá tu también te acuerdes de mi, quizá tu también pienses en todo esto. Es ridículo, y a la vez razonable, que todo acabe de esta forma, que todo esté de cabeza. El amor no se puede evitar, siempre te lo dije, siempre fui fiel defensora de ello, y siempre juré que encontrarías a alguien que te amara. Dejé que nuestra broma llegara tan lejos porque te amo, porque deseaba (deseo) con todo el corazón poder llegar a amarte un día de esa forma que tu deseas, de esa forma en que te mereces.
Te mereces el mundo, amor, el sol, la luna, las estrellas y el universo entero incluso. Te lo mereces todo y si lo tuviera en mis manos te lo daría, te regalaría mi vida misma si supiera que puedo. Pero lo único que tengo para darte es tu libertad. El alejarme y permitirte vivir a tu ritmo, sin mi, sin mis tonterías, sin mis pavadas, sin que yo te necesite. Puede matarme, es probable que lo haga, tu eras mi libertad y eras quien me hacía sentir normal, completa, cuando las piezas me faltaban. Probablemente me mate tu ausencia, no poder contar contigo nuevamente, no poder siquiera verte o saber que estás ahí. No podré tomar tu mano de nuevo, darte un beso en la mejilla cuando corras a abrazarme, morderte cada vez que bajes la guardia o simplemente jugar con tu cabello porque me gusta como se ve.
Tu sobrevivirás seguro. Encontrarás algo que le dé sentido a todo esto y estarás bien.
Mientras tanto, amor, yo seré honesta, brutalmente honesta, y admitiré que aunque pude haberte dicho que si, haber intentado amarte, tu habrías visto que estaba incompleta, rota, y que no iba a ser toda tuya como deseaba. Esto es, pues, lo mejor que pude hacer. Incluso si me mata la situación y si muero por poder siquiera verte de nuevo, es lo mejor y algún día lo entenderás. Yo rompo corazones, destruyo los corazones de aquellos que se atreven a sentir algo por mi. Igual que mi corazón se destruye cuando yo me permito sentir algo por alguien. Y no, no iba a destruirte, me habría destruido a mi misma antes, cosa que habría pasado.
Tu sobrevivirás, amor, y yo te extrañaré como el infierno extraña el fuego. Pero estarás bien, en mis instantes de más brutal honestidad me permito saber que, al final, estarás bien.
Estarás bien, y ese es mi mantra para sobrevivir al día a día. Estarás bien.
Tu, no yo. Tu. Eso es lo importante.
Estarás bien.

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