Tu no tienes por qué saberlo,
yo no tengo por qué decirlo,
pero si el viento sopla tu aroma hacía mi,
mi cuerpo reacciona y se inclina a ti.
Tu no tienes que responderme,
yo no quiero decirlo,
me fui a voluntad
y aun así no tengo tu olvido.
Yo no puedo admitirlo,
tu no quieres saberlo
y no me explico por qué,
por qué, maldita sea,
aun te quiero.
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Deja que tus gritos también sean llevados por el viento.