Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

15 jul 2013

Supongo que esto es lo que mejor puedo hacer.

Me pediste que intentara hablar de ti, contigo, para ti. No tengo claro el concepto, como no tengo claras tantas cosas, y lo único que se me ocurre es divagar un poco sobre cómo te veo cuando me atrevo a mirar.
Si, si, estoy segura que preguntarás a qué viene eso de cuando me atrevo a mirar, pero es que yo no siempre me atrevo a mirar en tu dirección. Mirar hacía ti no siempre es una buena idea en lo que a mi concierne, querido.
Planteemos esto desde el inicio. Resulta que hace muchos años alguien tuvo una imagen, un encuentro sería más acertado, y se le grabó una imagen en la mente, un recuerdo. De esos recuerdos que se quedan la mayor parte del tiempo.
Fue algo bidimensional. Algo en doble sentido, cosa que no es frecuente, generalmente la vida es unidireccional. Pero el tiempo es cruel, no sabe de ilusiones infantiles, al igual que los adultos poco entienden de amores jóvenes, creo. Y así como había aparecido un día una imagen en un parque, la misma imagen desapareció sin dar siquiera una mirada atrás. Y el tiempo siguió su curso, como siempre, sin que nadie supiera qué había sido de aquel par de chicos que se miraban, admiraban, desde lejos en un parque de una metrópolis distante.
Y se crearon vidas, se concibieron sueños, nacieron nuevos amores y se iniciaron historias. Y un día, uno de esos días relevantes en los que la vida suele ponerte en situaciones importantes, una de las casualidades más extrañas ocurrió. Sin recordarlo ni saberlo, de pronto un par de jóvenes se encontraron frente a frente, con un beso en el dorso de la mano y una sonrisa interrogante, empezó una conversación; miradas fijas, risas naturales, temas extraños, curiosidades. La inevitable pregunta aparece, eras tu aquel(la) chico(a) que reía y jugaba en un parque olvidado hace tanto tiempo. Es casi imposible, sumamente improbable, y la respuesta debería ser no. Pero resulta ser un si, y nadie sabe qué hacer al respecto.
Y se creó una especie de amistad, algo que no sabía bien qué era o en qué categoría figuraba.
Pero nadie ha dicho que las historias tienen final feliz, y resultó ser una confusión de si y no, de bueno y malo, de quizá y posiblemente no. Resultó ser una mezcla que no llegaba a formarse del todo. Tenía una risa divertida, contagiosa, unas ideas únicas y valiosas, una actitud destacable, un juego de atributos que le convertían en un espécimen adecuado para el más loco de los experimentos. Ese loco experimento que se llama amor o atracción.
Se juega mucho con imanes, con polos cargados, con fuerza de atracción y repulsión. Se juega con compatibilidad. Es como si intentaras cruzar dos especies diferentes, se puede obtener algo, puede que incluso sea algo lindo, magnifico, pero será algo sin vida, sin posibilidad de seguir creando, de producir más; lo que significa estancado. Resulta que se volvió un juego de polaridades, donde una fluctuaba (fluctúa) demasiado, inconstante, indecisa, insensible. Los imanes son más fáciles de manejar que los sentimientos, y eso hace de todo algo tan complicado. Porque se enredaron las palabras con cariño, con interés, con sentimientos muy parecidos a lo que se quiere pero sin ser eso específicamente. Se mezcló todo con un querer que nada tenía que ver con lo que buscaba pero que cumplía funciones parecidas.
A ella le tocó aprender, de la forma difícil, que no se puede sentir lo que se quiere sino lo que se siente. A él le tocó entender que no se puede tener todo lo que se quiere, de la forma difícil, parece.
Y se convirtió en eso, en una banda elástica que se acerca y se aleja sin llegar a un punto exacto. En una mezcla de quereres y sentimientos que no logran fraguar porque ella no tiene mucho que ofrecer, porque se niega a permitirle a él aceptar aquello. Se convirtió en un constante baile de interludios, esquives, movimientos contorsionistas para evitar las balas y las heridas.
Se volvió eso que tenemos, que no sé qué o cómo es. Eso que no es lo que puedes querer pero es lo que hay, eso que es extraño en tanto que un poco doloroso, si lo piensas bien. Y por eso no me atrevo mucho a mirar en tu dirección, porque sé lo bueno que eres, lo malo que eres, que me diviertes y que me desesperas, que me haces pensar en cosas serias y en trivialidades. Que si pudiera, si pudiera te querría con un querer que sea lo que mereces, pero no puedo. No tengo ese querer para ofrecer y no me atrevo a mirarte demasiado porque lo sé, porque sé que no puedo, y que si te miro mucho tu verás tan claramente en mi que te romperás como yo me he roto.
Supongo que no puedo decir más, no pienso mucho, no lo analizo, porque no me gusta mirar mucho en tu dirección y sin embargo si me agrada caminar un poco en ella.

Es tu culpa, me pediste que hiciera algo, pero lo mejor que puedo hacer es esto, no sé muy bien cómo mover mis manos cuando debo intentar averiguar qué siento respecto  algo(uien)

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