Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

19 jul 2013

Cosas que nunca digo.

Hay cosas de las que no hablo, que no menciono. Cosas como lo solas que se sienten las noches, sin importar donde esté; cosas como lo doloroso que es ver las vidas de los demás cuando la mia propia es un simple enredo de situaciones y sueños perdidos; cosas como las ganas de gritar que tengo cada cinco minutos, cada dos días, cada momento, porque tengo que esconder lo mejor de mi, eso que me enorgullece más, eso que más amo; cosas como lo odioso que resulta verme eclipsada simplemente porque soy diferente, porque no soy ellos, porque no pienso igual.
Hay cosas de las que no hablo, cosas que oculto. Mis sueños, mis esperanzas, mis ideas, mis necesidades; siempre que pueda arreglarmelas por mi misma, lo haré. No me gusta contarlas, son cosas que no deseo contar, que evito hacer públicas siempre que puedo, que evito incluso decir en voz alta, no importa si estoy sola en la habitación.
Hay cosas que jamás he dicho, que apenas me he atrevido a medio esbozar, a mencionar muy por encima, a ni siquiera darles forma. Hay cosas que no le digo a nadie y que trato de esconder con todas mis fuerzas.
Hay cosas que él sabe. Hay cosas que él ve. Hay cosas que él dice. Sin que yo sepa siquiera que es consciente de ellas. Y me pregunto si es tan fácil leer en mi o si simplemente él pone atención. Y este no es uno de mis comunes casos de 'oh, no-se-si-le-amo-pero-le-extraño' ni nada que se le parezca. Este es uno de mis muy extraños casos de 'mierda, cómo-supo-lo-que-sabe-y-por-qué-nadie-más-lo-sabe'. Este es uno de esos días en que me digo a mi misma lo mucho que necesito que alguien sepa lo que es, que alguien sepa las cosas que no digo, aunque yo no las diga.
No decir las cosas. Ese es el problema de las mujeres, creo. Es también el problema de la mayoría de los hombres que conozco, no dicen nada y esperan que todo se entienda. El problema es que yo no lo digo, no esperando que alguien lo adivine mágicamente, no, no lo digo porque no soporto que se sepa. ¿Qué se supone que haga? ¿Que lo grite a los cuatro vientos? El mundo aún no está listo, no están preparados, no tienen idea de lo que les espera si yo siquiera menciono aquello que me niego a decirles.
Hay cosas que no digo, cosas que jamás he dicho, cosas que creo que nunca diré. Hay cosas que él supo y me echó en cara, hay cosas que me dijo con tanta naturalidad como si habláramos del clima.
Me robó un beso, el muy idiota. Aunque eso no es nada, no es gran cosa, porque la tierra permaneció estática, inamovible, inmutable. Sirvió de algo, creo, para hacerme ver que sigo pensando en otros besos, que no me muevo si no es por ellos.
Hay cosas que no digo, que jamás diré, pero a veces se siente bien que alguien las sepa.
Para variar, digo.

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