Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

12 jul 2012

Y aquí vamos de nuevo. Pensé que habíamos terminado con esto, pero no.

Quiero que te quede claro: Yo soy una buena persona.
¡Soy una maldita buena persona!
No podría hacer algo malo ni aunque quisiera, y créeme que muchísimas veces lo he querido. Incluso he intentado hacerlo, no, no me enorgullece, pero es algo que ocurre. Y no lo he logrado, no he podido. No sé si es que me enseñaste bien, no se si es que los golpes ya echaron raíces en mi alma, no sé si es que mi naturaleza es buena y cobarde o si simplemente no puedo y punto. Solo sé que no puedo hacer algo malo, no el tipo de cosas que tu pareces esperar de mi.
No me importa la advertencia, nunca me ha importado eso, me importa el hecho de sentir tal seguridad en tu voz, me importa el que estés tan convencida de mi culpabilidad que ni siquiera me permitas opinar. Me importa que estés tan encerrada en esa convicción que no sea sino verme para declarar mi condena.
Y yo me pregunto, ¿Dónde has estado cuando te necesito? ¿Donde estabas cuando obtuve mi primer premio? O quizá eso es muy banal, ¿Donde estabas cuando mi vida cambio? ¿Como crees que me sentí al saber que no te tenía para consolarme o para aconsejarme? ¿donde estabas cuando sentí las mariposas por primera vez? ¿Recuerdas lo que hiciste? ¿Donde estuviste cuando mi mundo se deshizo? Oh, espera, fuiste tu quien lo destruyó. ¿Donde estabas cuando sentí que el corazón se me rompía en mil pedazos? Estabas ahí, tomando mi tragedia como la cosa mas normal del mundo y convirtiendo mi dolor en solo un drama sin sentido.
No me vengas ahora con el que todo es por mi bien. Yo podría haber renunciado a todo, a todo, simplemente por sentirte, por saber que te tenía. Y en cambio lo único que he sabido es que no basta. Que nada de lo que haga o diga bastará jamás para llenar la expectativa o la ilusión que pareces tener de mi. Y pareces no tener ni idea, ni una maldita y simple idea, de lo mucho que he tratado, de todo lo que he hecho solo por ver una sonrisa en tu rostro y una palmada orgullosa en mi espalda. No, no esas que sueles dar cuando duermo y que según tu no escucho, yo quiero algo en lo que pueda creer, no esas que mi corazón rechaza y de las que reniega.
Quiero eso que no me has dado, quiero eso que me robaste. Quiero que me regreses la confianza en mi misma, esa que jamás me has ayudado o permitido poseer; quiero que me regreses todas las lágrimas que por ti he derramado y que sé que derramaré alguna vez; quiero que me regreses el orgullo que perdí cuando vi que tu no estabas para compartir mis pasiones, mis éxitos, ni las cosas que amo. Tu no estabas allí cuando necesité tanto una mano amiga, que es por ti que terminé refugiándome en ellos. Que es por ti que existe ella. Que es por tu culpa que no puedo volver a la normalidad, que no soporto volver a la normalidad, porque tu eres normal, tan normal y tan dentro de los cánones que no lo soporto. Porque me harté de ser lo que buscas, lo que quieres, yo no lo soy ni lo seré. Eso lo se, pero, ¡maldita sea!, lo sigo intentando.
Y eso es lo que duele.
Y eso es lo que mata.
Y eso es lo que aviva mis ganas de largarme, de irme volando como un ave y de no regresar en mucho tiempo.
Y eso es lo que me hace odiarme.
No te odio a ti, no puedo.
Me odio a mi y a mis estúpidos intentos.

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