No eres tu, soy yo. Que no sé si lo que me dices es cierto, que no sé si tal vez sea parte del juego, que nisiquiera sé si es todo un juego. Y entre las risas y coqueteo, acabo preguntandome qué es lo que siento y qué tan real sea para ti el juego. Y, entre las miles de cosas en las que podría pensar, yo pienso en que pudiste haberte robado más mi atención, pudiste haberme abrazado un poco más, pudiste haber dejado el rastro de tu aliento en mi cuello o tus palabras en mi oído y pudiste incluso haberte llevado ese beso que ruega por ser reclamado y que sólo quiere responder ante tus labios que tan dulces se me antojan.
Pero eso es sólo lo que a veces, antes de dormir, pienso.
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