Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

8 jul 2012

Sueño raro. Generalmente no los menciono pero este me dejo pensando demasiado.


Sé que ya estaba tardando, pero es que igual y no me decidía sobre si decirlo o no. Pero como necesito escribir y ya no sé sobre qué, aquí va esto.
Volví a soñar con él. Si, ese él, el ultimo.
Mi sueño, como muchos de mis sueños, era de una rareza indescifrable.
Lo siento, Freud, pero no entiendo que tendría que ver ese sueño con mi subconsciente.
Esta bien, si, una parte si esta muy clara, pero el resto no.
Prosigo a relatar.
Estaba en una especie de isla, era algo como un reality show, de esos que tanto detesto, donde teníamos que sobrevivir o algo así. Lo que no me cuadra del todo es que todos tenían pinta de actores o modelos, y estaban haciendo era eso, ensayando escenas o cosas así, entonces no sé por qué estábamos en una isla. Hay partes que no recuerdo claramente, por ejemplo hubo un momento donde hicimos un cambio de isla, (que no era una isla como tal, era más como una casa flotante) y luego regresamos.
Lo que realmente me marcó de mi sueño, porque es común para mi soñar cosas raras y sin sentido, fue el momento en el que, estando en una especie de muelle o embarcadero de una de las islas, vimos a lo lejos una pequeña tromba marina que se dirigía hacía nosotros. En alguna parte de mi mente sabía que debía moverme de allí, que era peligroso porque no sé nadar (es deprimente que ni aún en sueños pueda nadar) y que me podía ahogar si caía al agua, sin embargo, y como solo pasa en sueños, estaba bastante segura de que no me iba a pasar nada, que la tromba seguiría de largo.
Por un momento pensé estar loca porque, aunque la tromba si siguió de largo, pasó a una distancia de unos veinte metros o así, me pareció ver el la parte superior la figura de una mujer. A los pocos segundos apareció otra tromba marina. Esta vez pasó un poco más cerca y pude comprobar, con una sensación que no sé si era asombro o la satisfacción de saber que tenía razón, que si había una figura femenina en la parte superior. Estaba desnuda y rodeada por un cortinero, como esos que ponen en los baños para las cortinas de la ducha o de la tina, y del cortinero se desprendía el remolino de agua que formaba la tromba. Pasó tan cerca que el viento que despedía el movimiento del agua me golpeó la cara, igual que unas cuantas gotas.
Pensé, pensamos, porque estaba incluida la gente que me acompañaba en mi sueño, no, no recuerdo ni sus rostros ni nombres, solo sé que no eran gente que conociera; pensamos que eso era todo, cuando de pronto, a una distancia de menos de veinte metros, apareció un enorme remolino en el agua, era como si hubiesen abierto un agujero abajo y estuviese drenando el agua a su alrededor, pero se movía y se movía realmente rápido en nuestra dirección. Me recordó a Caribdis, porque tuve la fatalista seguridad de que caería dentro y de que, al no saber nadar (repito que es un asco que ni siquiera en mis sueños pueda nadar) me ahogaría.
No me gusta morir en mis sueños.
Cuando el remolino llegó hasta donde estábamos, sentí como el muelle sobre el que estaba se levantó por el movimiento tanto de agua como de algo más solido, y como, creando una onda sobre el muelle, acabé precipitándome al agua de cabeza.
¿Conocen ese vacío que se siente en las montañas rusas o en los juegos de los parques de diversiones o en los aviones cuando despegan o aterrizan? Eso mismo sentí.
Y mientras estaba allí abajo, completamente sumergida en el agua, empecé a pensar en lo mucho que quería salir. Pataleé con todas mis fuerzas, pero no lograba averiguar donde era arriba y donde abajo. Cuando de pronto, sin que me lo esperara pero totalmente temerosa de que ocurriera, un par de manos asieron mis tobillos. Empecé a luchar aún con más ahínco, no podía permitirme morir en mi sueño, no quería que acabara así porque entonces despertaría con el corazón acelerado y con miedo de volver a dormir. Sin embargo, las manos que me asían no me halaban hacía abajo, como pensé en un principio, sino que me empujaron hacía arriba, dándome el impulso que me faltaba para salir del agua.
Una vez pude respirar de nuevo me concentré en nadar como perrito, que es la única forma en la que medio puedo nadar, y en llegar nuevamente a la cabaña flotante. No había rastro de la Caribdis de mi sueño y la cabaña ahora se me parecía a uno de esos bares que hay en las piscinas.
La parte linda fue que, al llegar a la cabaña y sentarme en una banca sumergida, ya lo dije, parecía un bar de piscina; alguien vino y se sentó a mi lado.
Si, ese alguien.
El dueño de los ojos que me persiguen en sueños.
No me explicaba qué hacía en mi sueño, pero no le dí demasiadas vueltas, era lindo verle.
No dijo nada, se limitó a abrazarme y a sostenerme junto a su pecho.
Entonces lo supe. Esas manos que me habían impulsado eran las suyas.
Se lo dije.
Lo admitió. No quería verme ahogada, eso dijo.
Mi corazón trinaba, mi hígado cantaba. ¿Qué? Era mi sueño y puedo ser todo lo cursi que quiera en el mundo de mis sueños.
Más o menos en ese momento desperté.
Hubiera querido seguir soñando, ver qué más pasaba, ver si lograba obtener mi beso.
Quería saber si sus labios tendrían rastros del sabor a sal del agua o si sabrían a chocolate.
Quería volver a estar entre sus brazos y sentir esa calidez en mi interior.
Quería volver a sentir su aliento en mi cuello.
Quería volver a ver sus ojos.
Le quería a él en mi sueño y no sé aún por qué.


Es normal que sueñe cosas raras, estoy acostumbrada, pero esto fue excepcionalmente raro porque generalmente o sueño algo totalmente raro y con gente desconocida o sueño una situación algo más normal con gente que conozco. Pero, gente, en mis sueños no suelen mezclarse la fantasía y las personas conocidas, no muy a menudo.
Quizá por eso me extrañó tanto.
O será por él.

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