Yo, que juro ser despreocupada y descomplicada en lo que a relaciones humanas se refiere, ahora me encuentro nerviosa, ansiosa e incluso temerosa.
Y no, no me voy a morir por la respuesta, eso creo, pero si me puede doler. Es el miedo a saber qué tanto puede doler lo que me tienen en este estado.
Miedo a saber que no pensás en mi, niño tonto. Miedo a saber que no recordás mis palabras con dulzura o con ternura, miedo a saber que si fue lo que yo pensé. Miedo a saber que, si hubiera tenido que ser por tu iniciativa, nos hubiéramos quedado en el Hola, mucho gusto y ya.
Y ya. Me hice bolita.
No pudo dormir bien, eso es todo.
Realmente no le extraño tanto, para nada.
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