Tuve un sueño demasiado.... demasiado.
Se supone que estaba con ese-par-de-ojos-que-me-perseguian, había llegado a su casa y le pregunté si podíamos hablar. Como siempre, me dijo que si. Salimos un rato, después de que él le dijera a su familia que saldría conmigo. Fuimos a comer hamburguesas, es curioso que recuerde eso, nunca ha pasado realmente, y fue divertido. Reímos mucho y se portó de una forma tan tierna y atenta que deseé seguir soñando. Me paso un brazo por los hombros y recorrimos todo el camino de regreso a su casa abrazados y entre besos. Moriamos de risa pues era casi imposible caminar así. Llegamos a su casa y nos sentamos en el patio, era una especie de playa abierta que compartían con los demás vecinos, dudo que realmente pueda ser así pero eso creo que es causa del comentario sobre la brisa marina que puede sentirse desde su lugar.
En ese momento la imagen se corta y me encuentro en una nave espacial, una especie de replica de la nave de futurama, el programa de Fox, estamos en el espacio, fuera de la orbita terrestre y descubrimos que la nave tiene problemas en los motores y que nos veremos obligados a hacer un aterrizaje de emergencia, digo nos porque había alguien más conmigo, pero no recuerdo quien era.
La trama se vuelve a interrumpir y de nuevo estoy con él en el patio. Es una postura tan cómoda y familiar como nunca he experimentado con él. Esta sentado con las piernas flexionadas hacia arriba y yo estoy recostada en el espacio entre sus piernas. Mi cabeza descansa en su pecho y siento, por un leve instante, su respiración y el latir de su corazón. Pero no es mucho lo que dura mi dicha, yo sé de qué va esa conversación, la he temido por mucho tiempo.
Empieza a hablar él y me explica que, aunque me quiere demasiado y aunque desea estar conmigo, cosa que supongo es solo invención de mi subconsciente, eso no es posible por ahora. Que aunque nos duela, debemos dejar las cosas así. Que lamenta haberse perdido y que yo también me haya perdido pero que entiende que si yo me perdí fue deseando que me buscara, esperando que lo hiciera, y que lamenta no haberlo hecho. Lo dicho, eso debe ser parte de mi imaginación.
Vuelvo a la nave. Podemos ver la tierra, nos preparamos para chocar, un aterrizaje forzoso desde esa altura es tan arriesgado como peligroso. Siento como la nave empieza a caer en la atmósfera terrestre, como todo se calienta, como el vértigo, igual que en las montañas rusas, me invade.
Vuelvo a sus brazos. Él acaricia mi cabello y me susurra palabras dulces. Me dice que quizá algún día nos veamos de nuevo tomados de la mano, en un futuro donde estemos juntos, que no desea perder mi amistad, que me quiere en su vida.
La nave sigue cayendo y ahora cada vez más rápido. Ya veo donde va a caer. Caeré justo en la playa donde él y yo estamos sentados.
Sus brazos me abrazan fuertemente y me da un beso, un ultimo y dulce beso que sabe a futuro y a sueños y a corazones rotos.
La nave cae. El estruendo ni siquiera hace que nos inmutemos, yo sé que fui yo quien cayó. Me caí de bruces a una realidad que duele, a una realidad donde el primer chico que puedo decir que me gusta por si mismo no siente lo mismo por mi y donde debo decirle adiós aunque eso me este matando.
Mi sueño da un salto a lo lejos y me veo de nuevo en la sala de su casa, con patines, sentada en el brazo de un sofá mientras él le pide matrimonio a una chica, chica que no soy yo, y yo lo veo todo desde primera fila, él quería que yo estuviera ahí apoyándolo.
Entonces despierto. Y lo hago con unas ansias de verlo tan grandes como lo son las de besarle de nuevo.
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