Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

4 dic 2011

Algo en lo que estoy trabajando II

Al observar a través del cristal transparente como se movía tan suavemente su alrededor, deslizándose como en una esponjosa nube, como la vida seguía un curso no menos que perfecto, donde todo era tan rosa, tan dulce, ¡tan malditamente perfecto!, su mente gritaba, su interior, esa zona que no conocía pero a la cual no podía evitar escuchar, gritaba desesperadamente ante la quietud y la calma de aquel lugar. Había algo antinatural en todo aquello, algo que no encajaba, la vida no era tan dulce, nada era tan sencillo y simple como parecía en ese lugar. Sin embargo mantenía en silencio sus inquietudes y sonreía cada vez que él le preguntaba cómo se sentía allí, incluso cuando quisiera gritar y volver a su viejo piso bohemio en el centro de la ciudad. La razón de que se mudaran a ese sitio era comenzar de nuevo, olvidar los viejos errores e intentar reconstruir lo que habían destruido, por ningún motivo podía ella pedirle que se marcharan. Todo estaba pago, todo estaba trasladado, todo era condenadamente perfecto. No tenía razones validas ni argumentos sólidos con los que pedirle que se marcharan y si le explicaba que era todo un tonto presentimiento él podría creer que extrañaba sus viejas andanzas. No, no podía permitírselo, no podía decírselo.

Simuló una sonrisa mientras los brazos de su compañero rodeaban su cintura, era lo menos que podía hacer. Estaba dispuesta a todo para que las cosas funcionaran de nuevo y eso incluía soportar la locura progresiva que le imponía ese lugar,  quizá no locura, se trataba más de un letargo y un sopor que la sumían poco a poco en la perfecta nada donde vivía la gente de ese sitio.

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