El calor de tu cuerpo en las mañanas,
la humedad de tus besos en mi piel,
el delicioso roce de tu cadera
esa, esa mi tortura tan anhelada.
Mi deseo irrefrenable que alucina por tocarte,
mis trémulas manos
que desesperan por recorrer los surcos de tu piel.
¿Que más prueba necesitas?
He servido mi corazón en bandeja
y he refrenado la lujuria de mi ser,
he enterrado mis necesidades
esperando el momento para entre tus brazos yacer.
Ven a mis brazos y secaré tu llanto,
toma mi cuerpo y saciate de su encanto,
usa mis manos y construye tu mundo,
aparece en mi vida y enciende una luz en lo oscuro.
Muéstrate, sal de mis sueños,
ambos sabemos que te pertenezco.
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