Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.
27 feb 2013
La chica de los paréntesis: Dime que recuerdas
La chica de los paréntesis: Dime que recuerdas: A veces duele saber que la otra persona no siente con la misma intensidad que tú. Que una sonrisa floja suya es una luz en tu camino. Que ...
26 feb 2013
Verte es veneno pero aun así vivo en busca de tu rostro
De toda la infinita trama de texturas que guarda el mundo, de tantas sensaciones que el cuerpo humano puede registrar, tenia que ser esa la que yo extrañara. Tenia que ser la suavidad de mariposa que llevaban los besos, la dulzura de caramelo que llenaba cada encuentro. Tenia que ser esto lo que me golpeara al verle.
Es un mundo enorme, es un mundo inmenso, es un mundo tan complejo y a la vez tan simple, tan sencillo, tan cruel. Es cruel. Es cruel que deba ser tu rostro el que encuentre al levantar la vista, ese rostro que vivo buscando entre la gente, y que en él sólo pueda ver el vacío. Es totalmente inexpresivo. Esos ojos que solían decir tanto, o que yo creía que lo hacían, estaban vacíos y sin vida. No importa, claro que no, tu estas perfectamente bien y eso a mi me es consuelo suficiente, sin embargo, y me pesa demasiado, yo no estoy bien. Yo estoy aun lejos de estar bien. Yo estoy metida en ese vacío donde no logro recomponerme a mi misma con rapidez suficiente como para sonreír, apenas logro esbozar un gesto resignado, y eso no basta.
Es un mundo gigante, sabes, sumamente enorme. Es un mundo no hecho a mi medida, aunque aun así planeo conquistarlo, pero es un mundo grande. Y mi suerte, mi suerte es muy pequeña, infinitesimal, invisible, un invento de mi infame imaginación. Ya me explicaste mil veces, no puedes ser más de lo que fuiste, no sabes cómo, y, aunque yo lo sabía, no me permitiste enseñarte.
Ya sé, vos te vas y yo me quedo, y debo perdonarte porque otra cosa no quiero, porque no quiero un fantasma más grande que todos los que te han precedido. Porque si, porque me dueles, porque en lo más escondido de mi valor y de mi coraje y de mi orgullo y mi falsa autoestima, me dueles. Me dueles como duele algo que se desea y no se obtiene, me dueles como duele soñar intensamente con algo y luego despertar de golpe, tu me dueles en lo más profundo del alma y del orgullo.
Eres tu. No necesito otra explicación para esto. No necesito atribuirle nada a tu rostro, a tus palabras, a tus besos o a tus caricias. No es necesario. Se trata de ti y eso que tienes, ese rostro, esa voz, esos ojos son sólo la parte visible de la trampa. Se trata de ti, de ti que posees demonios similares a los mios, de ti que conoces el miedo al no saberte digno, de ti que veías en mi algo que a mi se me escapa, de ti que creías que mi locura era algo ... ¿rescatable? ...
Sabes, pensándolo un poco, jamás supe que fuera linda, o preciosa o hermosa o atractiva. Y eso no me importó hasta que me di cuenta que deseaba oírlo, deseaba saber que te interesaba y que no te era indiferente.
Aquí me tienes, yo aun pienso en ti, no me duele admitirlo, no me avergüenza. Sentí, siento. Te quise, te quiero. Yo soy la absurda ilusa que esta sentada pensando en cuántas cosas pudo haber dicho antes del final y no dijo. Y sé que sobreviviré, voy a estar bien, tu lo sabes. Sin embargo, no aun, no hoy, quizá no mañana. Porque esto duele, porque esto es amargo, porque el sabor en mi boca al pensar en ti y en tus besos es veneno, un veneno que me quema las venas y que me llena de ponzoña el corazón.
Aun así, por mucho que duela, ese veneno sale de ti, proviene de un destello tan brillante como el sol y de momentos en los que recorrí el cielo con las manos, y no pudo odiarlo.
Y es patético, porque tu no leerás esto, pero es mi forma de sobrevivir cuando, por crueles jugarretas de la vida, te encuentro en mi camino y ni siquiera deseas hablarme.
21 feb 2013
Ese maldito masoquismo. No lo supero, vale. No logro superarlo. Vaya el diablo a saber por qué. Lo único que sé es que quiero verle, quiero tenerle en mis manos de nuevo, quiero poder decirle todo lo que nunca le dije porque no quiero ahogarme más con esto.
Si yo hubiera sabido que sería así, no me habría quedado con las mordidas, no me habría quedado con las palabras, me habría cobrado todas y cada una de las ganas que le tenía.
Y ahora no tengo ni las ganas ni los recuerdos.
Es un maldito masoquismo de estarlo pensando y no poder superarlo.
Es un condenado hecho que le quiera cuando todo es una porquería.
Es todo tan puramente yo que mierda.
Es tan jodidamente perfecto que duele.
Duele hasta las lágrimas que no puedo derramar, duele hasta las palabras que quiero gritar, duele hasta el vacío que tengo por dentro.
Duele.
Maldición.
Duele.
Si yo hubiera sabido que sería así, no me habría quedado con las mordidas, no me habría quedado con las palabras, me habría cobrado todas y cada una de las ganas que le tenía.
Y ahora no tengo ni las ganas ni los recuerdos.
Es un maldito masoquismo de estarlo pensando y no poder superarlo.
Es un condenado hecho que le quiera cuando todo es una porquería.
Es todo tan puramente yo que mierda.
Es tan jodidamente perfecto que duele.
Duele hasta las lágrimas que no puedo derramar, duele hasta las palabras que quiero gritar, duele hasta el vacío que tengo por dentro.
Duele.
Maldición.
Duele.
20 feb 2013
19 feb 2013
Impensable
Ella podía escucharlo. Podía aun escuchar la voz que tantas veces había dicho su nombre mientras la boca esbozaba una sonrisa. Ella aun recordaba el sabor que la había convertido en esclava una vez, eso que sabia a cielo, a infierno, a dolor y a dicha todo en uno. Ella aun pensaba a en él. Ella aun pensaba en su nombre, en su voz, en sus palabras. Y sabía, como se suele saber casi instintivamente, que cuando pensara que ya estaba bien, que cuando creyera que el mundo seguía girando, volvería a verle. Volvería a aparecer, en brazos de alguna otra persona, en brazos de alguien que lograra hacerle sentir, cosa que ella no había podido. Y la parte difícil era la excusa, la tonta excusa, de no poder sentir. Como si hubiera alguna forma en que ella, con todo lo que sabía, pudiera creerse eso. Habría dolido menos si hubiera dicho que ella no era suficiente, que quería más, que ella no le bastaba o que ni siquiera le gustaba. Pero semejante tontería para ella era inconcebible y, como impensable, también era sumamente dolorosa.
Ella estaría bien
Ella bajó la mano. Secó sus lágrimas al viento y suspiró.
Él sostuvo el pañuelo en alto, sabiendo que ella no lo tomaría, permanecía así.
Ella se giró. Lo miró con esos ojos profundos y maduros, ojos que hasta hacia unos minutos habían sido inocentes y dulces.
Él mantuvo el gesto del pañuelo. Esperanzado en, con al menos ese gesto, conseguir su atención.
Ella cuadró los hombros y levantó una mano. No tomó el pañuelo, sino que devolvió la mano que él le tendía a su posición original, en el regazo del hombre, con el puño cerrado y el pañuelo atrapado.
Él no dijo nada.
Ella se inclinó hacia él, le dio un beso en la mejilla, y uno más leve, un simple roce, en los labios. Luego se levantó y empezó a andar. Tenía el mismo vaivén del primer día, hacia ya tanto tiempo, y él supo que iba a estar bien. Que ella iba a estar bien. Pero también supo que él nunca podría estar bien de nuevo.
Y se aterró.
Él sostuvo el pañuelo en alto, sabiendo que ella no lo tomaría, permanecía así.
Ella se giró. Lo miró con esos ojos profundos y maduros, ojos que hasta hacia unos minutos habían sido inocentes y dulces.
Él mantuvo el gesto del pañuelo. Esperanzado en, con al menos ese gesto, conseguir su atención.
Ella cuadró los hombros y levantó una mano. No tomó el pañuelo, sino que devolvió la mano que él le tendía a su posición original, en el regazo del hombre, con el puño cerrado y el pañuelo atrapado.
Él no dijo nada.
Ella se inclinó hacia él, le dio un beso en la mejilla, y uno más leve, un simple roce, en los labios. Luego se levantó y empezó a andar. Tenía el mismo vaivén del primer día, hacia ya tanto tiempo, y él supo que iba a estar bien. Que ella iba a estar bien. Pero también supo que él nunca podría estar bien de nuevo.
Y se aterró.
No preguntaré
Entonces es esto. Esto es eso a lo que llaman despecho. Vaya.
Le pido perdón a cualquier chico al que haya hecho pasar por esto.
Es casi increíble. Yo, que suelo ser la mala y la que no sufre tanto, ahora estoy metida acá. Estoy nadando un mar de aguas desconocidas. Y tu sabes, igual que yo sé, que no era necesario. No era necesario. Porque no había necesidad de decir lo que no se sentía, no había necesidad de hacer lo que no se quería hacer, no había que dejar que me cayera en un océano sabiendo que no sé nadar. Y quiero odiarte. Quiero odiarle. Quiero poder culparle, hacerle responsable. Pero no puedo. No puedo porque yo sé que no fue su culpa. Fue mía. Mía por tonta, mía por ilusa, mía por pensar que podía estar a la altura de sus deseos. No, siempre resulta así. Soy superior o inferior a lo que desean pero no soy 'eso exactamente'. Al menos no para los casos de aquellos que llaman mi atención porque, caso aparte, aquellos que se fijan en mi sí me consideran perfecta. Y yo como buena basura, no logro ver en alguno de ellos más allá de lo maravillosos que son y punto. No hay fuego, no hay brasas, y sin eso no puedo.
Y yo venia diciendo que no sé nadar. Nunca aprendí. Debí haberlo hecho, me habría ahorrado esto. Sin embargo nunca lo hice, si alguna vez veía que me iba a ahogar salia del agua, no me quedaba a ver qué pasaba. Y se me olvidó. Lo olvidé totalmente. Me dejé encandilar por el brillo dorado y olvidé cuidar de mi, olvide guardarme una parte para mi. No todo lo que brilla es bueno.
Tu brillabas, con una luz que para mi es atractiva, deseable. Brillas con una luz fría y oscura que hace hervir mi sangre. Y vaya si me atrae. Que aquí me tienes, en el limbo. Con la misma pregunta dando vueltas una y otra vez, pero esta vez no te preguntaré si alguna vez sentiste algo con los besos que me salían del alma.
Le pido perdón a cualquier chico al que haya hecho pasar por esto.
Es casi increíble. Yo, que suelo ser la mala y la que no sufre tanto, ahora estoy metida acá. Estoy nadando un mar de aguas desconocidas. Y tu sabes, igual que yo sé, que no era necesario. No era necesario. Porque no había necesidad de decir lo que no se sentía, no había necesidad de hacer lo que no se quería hacer, no había que dejar que me cayera en un océano sabiendo que no sé nadar. Y quiero odiarte. Quiero odiarle. Quiero poder culparle, hacerle responsable. Pero no puedo. No puedo porque yo sé que no fue su culpa. Fue mía. Mía por tonta, mía por ilusa, mía por pensar que podía estar a la altura de sus deseos. No, siempre resulta así. Soy superior o inferior a lo que desean pero no soy 'eso exactamente'. Al menos no para los casos de aquellos que llaman mi atención porque, caso aparte, aquellos que se fijan en mi sí me consideran perfecta. Y yo como buena basura, no logro ver en alguno de ellos más allá de lo maravillosos que son y punto. No hay fuego, no hay brasas, y sin eso no puedo.
Y yo venia diciendo que no sé nadar. Nunca aprendí. Debí haberlo hecho, me habría ahorrado esto. Sin embargo nunca lo hice, si alguna vez veía que me iba a ahogar salia del agua, no me quedaba a ver qué pasaba. Y se me olvidó. Lo olvidé totalmente. Me dejé encandilar por el brillo dorado y olvidé cuidar de mi, olvide guardarme una parte para mi. No todo lo que brilla es bueno.
Tu brillabas, con una luz que para mi es atractiva, deseable. Brillas con una luz fría y oscura que hace hervir mi sangre. Y vaya si me atrae. Que aquí me tienes, en el limbo. Con la misma pregunta dando vueltas una y otra vez, pero esta vez no te preguntaré si alguna vez sentiste algo con los besos que me salían del alma.
18 feb 2013
Tengo ganas de un beso. Pero no de cualquier beso. Quiero uno de esos besos que te encienden el alma y te causan una combustión interna. Quiero un beso de esos donde agarras mi cabello y no sueltas. Un beso de esos donde puedo arañar tu cuello y tu espalda y escucharte gemir. Quiero un beso de esos donde dejabas el alma y la piel. Uno de esos besos donde jamás entraba el mundo.
Quiero un ultimo beso. Quiero un beso.
¿Es acaso mucho pedir?
Quiero un ultimo beso. Quiero un beso.
¿Es acaso mucho pedir?
17 feb 2013
15 feb 2013
14 feb 2013
Bloody Valentine
Hoy es Valentine. Damn bloody valentine.
Aun no he salido de mi refugio. Tengo miedo. Mejor dicho, tengo miedo de asesinar a alguien que no lo merezca.
Si, eso me preocupa. Hoy es el condenado san Valentin y, primero que nada, no sé por qué lo celebran acá, somos un país latino y esa festividad es estadounidense, pero en fin, y segundo, no le tengo.
Que vuelvo y lo repito, hoy todo el mundo quiere ir de rojo, de rosa, de blanco incluso. Y yo preferiría ir de negro, lastimosamente no he lavado y mi ropa negra está sucia pero el concepto se entiende. Si por mi fuera me pasaría el día en algun lugar alejado y perdido donde tu recuerdo no llegase. Porque si. Porque aun está demasiado fresco en mi memoria el primer beso, porque aun recuerdo la sensación de ver tus ojos fijos en los mios y se me vuelve el mundo un caleidoscopio de vomitivos. Suena ordinario, lo sé. Caleidoscopio de vomitivos. No puedo evitarlo, me duele, y si duele me refugio en el sarcasmo, en la ironía, en el ruido. Y él me duele. Rompió mi ilusión, mi esperanza, mi amor, porque incluso puedo llamarle así. Por lo tanto, no estoy bien. No del todo. No puedo soportar al mundo vistiéndose con sonrisas falsas y con palabras dulces hoy. No puedo soportar los reclamos de nadie que me pida que le dé un regalo o que le felicite porque no creo en esto. No creo en esa festividad que se supone están representando hoy. El amor, si, es lo más grande, hermoso, doloroso y peligroso del mundo. Yo, como romántica empedernida e incurable, lo sé y lo admito.
¿Sabes por qué otra razón hoy es un Bloddy Valentine? Porque con la suerte que tengo es capaz y salgo a la calle y me encuentro a alguno de ellos. A ese-pibe-que-me-odia o a esa-persona-que-no-quiere-saber-de-mi o a ese-par-de-ojos-que-me-perseguía. Y no, no me moriré si les veo pero tampoco planeo tentar mi suerte. Con lo cerca que he estado de las lágrimas los ultimos días, es probable que si veo a alguno de ellos o a ese ultimo, no pueda contenerme. Nada detesto más que eso.
Rayos. Me hice bolita. Mejor me voy a callar o a hacer alguna otra cosa.
Happy Bloody Valentine para todos.
Sobrevivan.
12 feb 2013
Iluminaciones
Resulta que un iluminado, llamemosle profesor, nos habló hoy de lo importante que es decir las cosas, de lo importante que es decirle a esa persona que quieres o que te gusta, que le quieres o que te gusta.
Y yo me quise desaparecer. Porque si, porque la herida aun esta muy fresca. Quise que me tragara el suelo porque la persona en quien pensé, la persona a quien quise decirle todo eso, eras nada más y nada menos que tu. Y a ti no te lo puedo decir.
También dijo que nos preguntáramos el por qué nos gusta lo que nos gusta, el por qué queremos a la gente. Y yo no tengo respuesta. Yo nunca supe, y sigo sin saber, por qué me gustas o qué fue lo que vi en ti que me dejó tan pero tan encandilada. Yo aun no sé por qué, después de tu obvia falta de interés y de tu clara excusa de no poder sentir, vos podes creerlo pero yo sé que sientes, simplemente no sientes por mi, y aun después de eso yo sigo aquí. Aqui. Aquí. Pensando en ti. Pensando en como tu sonrisa iluminaba mis días, en como tu voz llenaba mis oídos cual si fuera musica, en como tus ojos eran toda la luz que necesitaba, en como tus manos me sostenían, en como tu presencia me bastaba.
Y me siento como una imbécil. Me siento como una estúpida por no haberle hecho caso a Belle cuando me dijo, el primer día que te vi, que tu ibas a lastimarme. Si, ella lo supo. Ella dijo ese día que ese par de ojos iban a ser sumamente peligrosos. Pero claro, yo me hice la idiota y no la escuché. Ahora heme aquí, pensando en cuanto extraño tu voz, tus palabras, tus gestos.
Pienso y pienso y aun no hallo razón para quererte como lo hago, tampoco hallo razón para seguir haciéndolo, ninguna aparte del no haber podido dejar de hacerlo mientras hubiera la más mínima esperanza. Pero no hay esperanza, no hay posibilidad. Se entender cuando algo me es imposible y te aseguro que dejaré de quererte, dejarás de gustarme, dejaré de pensar en ti antes de irme a dormir.
Pero no tan rápido, quizá no hoy, quizá mañana, quizá en cinco minutos. Quien sabe. El amor, como tu me demostraste, es tan voluble como peligroso.
Y lo que más lamento, lo que más me duele, es nunca haberte dicho a la cara lo mucho que te quería, que te quiero, porque quizá así habría visto en el fondo de tus ojos que no sentias lo mismo, que en ti no había mariposas, ni gelatina, ni nada parecido. Y me habría ido, aún con el orgullo intacto y con mi amor propio todavía en una pieza.
Y ella, Belle, dice gracias. Yo también. Porque estar contigo fue dulce, fue hermoso, fue luz. Porque un solo beso valía para que el mundo desapareciera, porque una palabra bastaba para reducirme a un manojo de nervios, porque un pequeño rayo de esperanza me hacia feliz. Gracias.
Te deseo, de todo corazón, que entiendas que no eres frío, que no eres insensible, que simplemente yo no desperté tus sentimientos. Y eso esta bien, eso es bueno, significa que hay alguien mejor. Alguien que quisiera haber sido yo, alguien que no soy yo. Hay alguien que te hará feliz y que, por extensión, me hará feliz a mi.
¿Y qué mas te digo?
Me gustas mucho. Te quiero. No sé por qué. Pero se pasará. Esto no es un amor irrevocable, es un cariño natural, algo surgido de la nada, pero algo que también pasa.
Y estaré bien, y sonreiré, y bailaré bajo la próxima lluvia y cantaré y volveré a ver películas románticas y pensaré en ti sin un nudo en la garganta y sin lágrimas a flor de piel. Verás que si. Y la próxima vez que te vea, sonreiré y te daré gracias por todo lo lindo.
Y me iré. En paz conmigo y contigo. Porque yo te quise, porque vi en ti lo que tu no ves, porque aunque fugaz, quiero creer que tu también me quisiste y eso, por si solo, es suficiente.
Y yo me quise desaparecer. Porque si, porque la herida aun esta muy fresca. Quise que me tragara el suelo porque la persona en quien pensé, la persona a quien quise decirle todo eso, eras nada más y nada menos que tu. Y a ti no te lo puedo decir.
También dijo que nos preguntáramos el por qué nos gusta lo que nos gusta, el por qué queremos a la gente. Y yo no tengo respuesta. Yo nunca supe, y sigo sin saber, por qué me gustas o qué fue lo que vi en ti que me dejó tan pero tan encandilada. Yo aun no sé por qué, después de tu obvia falta de interés y de tu clara excusa de no poder sentir, vos podes creerlo pero yo sé que sientes, simplemente no sientes por mi, y aun después de eso yo sigo aquí. Aqui. Aquí. Pensando en ti. Pensando en como tu sonrisa iluminaba mis días, en como tu voz llenaba mis oídos cual si fuera musica, en como tus ojos eran toda la luz que necesitaba, en como tus manos me sostenían, en como tu presencia me bastaba.
Y me siento como una imbécil. Me siento como una estúpida por no haberle hecho caso a Belle cuando me dijo, el primer día que te vi, que tu ibas a lastimarme. Si, ella lo supo. Ella dijo ese día que ese par de ojos iban a ser sumamente peligrosos. Pero claro, yo me hice la idiota y no la escuché. Ahora heme aquí, pensando en cuanto extraño tu voz, tus palabras, tus gestos.
Pienso y pienso y aun no hallo razón para quererte como lo hago, tampoco hallo razón para seguir haciéndolo, ninguna aparte del no haber podido dejar de hacerlo mientras hubiera la más mínima esperanza. Pero no hay esperanza, no hay posibilidad. Se entender cuando algo me es imposible y te aseguro que dejaré de quererte, dejarás de gustarme, dejaré de pensar en ti antes de irme a dormir.
Pero no tan rápido, quizá no hoy, quizá mañana, quizá en cinco minutos. Quien sabe. El amor, como tu me demostraste, es tan voluble como peligroso.
Y lo que más lamento, lo que más me duele, es nunca haberte dicho a la cara lo mucho que te quería, que te quiero, porque quizá así habría visto en el fondo de tus ojos que no sentias lo mismo, que en ti no había mariposas, ni gelatina, ni nada parecido. Y me habría ido, aún con el orgullo intacto y con mi amor propio todavía en una pieza.
Y ella, Belle, dice gracias. Yo también. Porque estar contigo fue dulce, fue hermoso, fue luz. Porque un solo beso valía para que el mundo desapareciera, porque una palabra bastaba para reducirme a un manojo de nervios, porque un pequeño rayo de esperanza me hacia feliz. Gracias.
Te deseo, de todo corazón, que entiendas que no eres frío, que no eres insensible, que simplemente yo no desperté tus sentimientos. Y eso esta bien, eso es bueno, significa que hay alguien mejor. Alguien que quisiera haber sido yo, alguien que no soy yo. Hay alguien que te hará feliz y que, por extensión, me hará feliz a mi.
¿Y qué mas te digo?
Me gustas mucho. Te quiero. No sé por qué. Pero se pasará. Esto no es un amor irrevocable, es un cariño natural, algo surgido de la nada, pero algo que también pasa.
Y estaré bien, y sonreiré, y bailaré bajo la próxima lluvia y cantaré y volveré a ver películas románticas y pensaré en ti sin un nudo en la garganta y sin lágrimas a flor de piel. Verás que si. Y la próxima vez que te vea, sonreiré y te daré gracias por todo lo lindo.
Y me iré. En paz conmigo y contigo. Porque yo te quise, porque vi en ti lo que tu no ves, porque aunque fugaz, quiero creer que tu también me quisiste y eso, por si solo, es suficiente.
Estoy bien
Se me ocurre que puedo vivir sin vos.
Se me ocurre que vos podés vivir sin mi.
Se me ocurre que quizá todo esto tenía que pasar.
Se me ocurre que quizá estoy pagando mi mal karma.
Se me ocurre que todo irá bien.
Querida Belle, yo sé que duele, sé que estás molesta, herida, incómoda, sé que quieres desaparecerte por un rato o hacerle desaparecer. Querida mía sé que es la primera vez que te sientes así y que no sabes manejarlo pero, tranquila, respira, todo irá bien. Todo tiene solución y el tiempo lo disuelve casi todo.
Querida conciencia, tu y yo sabemos perfectamente lo que hemos hecho, somos conscientes de nuestra historia y de nuestras deudas, ambas sabemos que esto era simplemente de esperarse. Quizá por eso no nos extraña, aunque eso no quita que duela. Y yo sé, y tu sabes, que en algún momento debíamos pagar por ello. En algún momento íbamos a tener que asumir el precio. Y bueno, no es tan malo. Simplemente se siente vacío, silencioso, demasiado hueco.
Querida yo, calma, se fuerte. Tu sabes que puedes, yo sé que puedes. Al final no es nada que no hayas vivido y no es nada a lo que no hayas sobrevivido. Es diferente, si, radicalmente diferente, pero también es muy similar y tu tienes formas increíbles de sobrevivir.
Querido tu. En primer lugar, idiota. En segundo lugar, no hay problema. Idiota, debiste haberme dicho todo eso desde un principio y no dejarme avanzar, me habrías ahorrado esto. No hay problema, nadie mejor que yo entiende la volubilidad del corazón y lo complicado de no poder sentir, así que no te preocupes, no hay rencores, no hay iras, no hay nada más que lo que se me quedó pegado en la garganta.
Queridos todos, lamento decirles que, dado que no sé nada, no tengo ni idea de si esto se prolongará o no. Les pido me perdonen si me engancho en un bucle de romanticismo cursi o en uno de odio al romanticismo cursi. Es todo culpa del condenado Bloody Valentine que se acerca.
Bueno, me largo. Solo quería decir que estoy bien. Estaré bien y que no pienso dejarme quebrar por esto.
Se me ocurre que vos podés vivir sin mi.
Se me ocurre que quizá todo esto tenía que pasar.
Se me ocurre que quizá estoy pagando mi mal karma.
Se me ocurre que todo irá bien.
Querida Belle, yo sé que duele, sé que estás molesta, herida, incómoda, sé que quieres desaparecerte por un rato o hacerle desaparecer. Querida mía sé que es la primera vez que te sientes así y que no sabes manejarlo pero, tranquila, respira, todo irá bien. Todo tiene solución y el tiempo lo disuelve casi todo.
Querida conciencia, tu y yo sabemos perfectamente lo que hemos hecho, somos conscientes de nuestra historia y de nuestras deudas, ambas sabemos que esto era simplemente de esperarse. Quizá por eso no nos extraña, aunque eso no quita que duela. Y yo sé, y tu sabes, que en algún momento debíamos pagar por ello. En algún momento íbamos a tener que asumir el precio. Y bueno, no es tan malo. Simplemente se siente vacío, silencioso, demasiado hueco.
Querida yo, calma, se fuerte. Tu sabes que puedes, yo sé que puedes. Al final no es nada que no hayas vivido y no es nada a lo que no hayas sobrevivido. Es diferente, si, radicalmente diferente, pero también es muy similar y tu tienes formas increíbles de sobrevivir.
Querido tu. En primer lugar, idiota. En segundo lugar, no hay problema. Idiota, debiste haberme dicho todo eso desde un principio y no dejarme avanzar, me habrías ahorrado esto. No hay problema, nadie mejor que yo entiende la volubilidad del corazón y lo complicado de no poder sentir, así que no te preocupes, no hay rencores, no hay iras, no hay nada más que lo que se me quedó pegado en la garganta.
Queridos todos, lamento decirles que, dado que no sé nada, no tengo ni idea de si esto se prolongará o no. Les pido me perdonen si me engancho en un bucle de romanticismo cursi o en uno de odio al romanticismo cursi. Es todo culpa del condenado Bloody Valentine que se acerca.
Bueno, me largo. Solo quería decir que estoy bien. Estaré bien y que no pienso dejarme quebrar por esto.
11 feb 2013
10 feb 2013
9 feb 2013
8 feb 2013
6 feb 2013
5 feb 2013
4 feb 2013
Vos no tenes ni la menor idea de cuanto te pienso, de cuanto te extraño, de cuantas veces debo repetirme a mi misma que no quiero atosigarte con mis atenciones. Porque se me olvida, y me encuentro pensándote, extrañándote, deseando cuidar de ti y muriendo de ganas por darte un beso, uno de esos besos donde dejo el alma.
Yo quisiera, por lo menos, un ultimo beso y una respuesta a las preguntas que me quedan. ¿Puedes?
P.D. Esta es mi entrada número 500. Felicidades a mi.
Yo quisiera, por lo menos, un ultimo beso y una respuesta a las preguntas que me quedan. ¿Puedes?
P.D. Esta es mi entrada número 500. Felicidades a mi.
De todas las personas del mundo, debía verle precisamente a él y derretirme en el proceso.
Hoy le vi. De lejos, claro, pero le vi.
Estoy segura que él ni siquiera me vio. Pero bueno, es que dudo que él se pase el día mirando alrededor y soñando con encontrarme. No. Él simplemente se mueve, como siempre, con la atención clavada en algo más allá, algo que nunca he sido yo. Algo que no seré yo. Y yo, como buena genio que soy, me rehusaba a aceptarlo porque quería, deseaba con todo mi ser, creer que quizá él si sentía de la misma forma en que yo sentía.
En fin, decía que hoy le había visto. Y fue horrible.
¿Sintomas? Se me aceleró el corazón, y se saltó algunos latidos también. Se me olvidó cómo respirar. Se me olvidó cómo pensar. Me hice gelatina, de la misma forma en que pasaba cuando él no era más que alguien que me gustaba demasiado pero que sabía que no tendría.
Y la sensación no se acabó en ese momento. Me sentí de la misma forma gran parte de la tarde.
Ah si, y con unas ganas de llorar bastante molestas. Porque si, porque le quiero. Porque soy tan tonta como para haberme fijado en él simplemente porque si. Porque es la primera vez que me gusta alguien sin que esa persona haya intentado llamar mi atención con anterioridad. Porque desde que vi sus ojos supe que la iba a pasar mal por culpa de su belleza.
Quiero llorar porque no sé si él siquiera recuerde ya mi existencia.
Iba de rojo, o vinotinto, o un color en medio.
Y sin embargo, sin embargo, por muy masoquista que parezca, yo aun tengo la pregunta a flor de piel. Yo aun muero de ganas, como siempre he hecho, de saber qué habría pasado si yo no hubiera enviado ese mensaje. Si yo no hubiera hecho ese comentario sobre la poca dificultad que representaba llegar al rostro en comparación con otros puntos. Y es que soy así, masoquista hasta que no puedo mas. Tonta hasta la saciedad. Una ilusa irremediable. Y demasiado terca para mi propio bien. Soy yo, la que acabó prendada de alguien tan opuesto como el día de la noche, la que por primera vez entiende el concepto de que basta simplemente con verle pero que a la vez es doloroso.
Yo soy la que nunca dudo de la veracidad de la frase de Cortázar (Como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en medio del patio) y que sin embargo apenas ahora experimento su significado. Y yo, que siempre me las pico de valiente, ahora tengo miedo del daño que un par de ojos casi dorados me podría hacer.
Estoy segura que él ni siquiera me vio. Pero bueno, es que dudo que él se pase el día mirando alrededor y soñando con encontrarme. No. Él simplemente se mueve, como siempre, con la atención clavada en algo más allá, algo que nunca he sido yo. Algo que no seré yo. Y yo, como buena genio que soy, me rehusaba a aceptarlo porque quería, deseaba con todo mi ser, creer que quizá él si sentía de la misma forma en que yo sentía.
En fin, decía que hoy le había visto. Y fue horrible.
¿Sintomas? Se me aceleró el corazón, y se saltó algunos latidos también. Se me olvidó cómo respirar. Se me olvidó cómo pensar. Me hice gelatina, de la misma forma en que pasaba cuando él no era más que alguien que me gustaba demasiado pero que sabía que no tendría.
Y la sensación no se acabó en ese momento. Me sentí de la misma forma gran parte de la tarde.
Ah si, y con unas ganas de llorar bastante molestas. Porque si, porque le quiero. Porque soy tan tonta como para haberme fijado en él simplemente porque si. Porque es la primera vez que me gusta alguien sin que esa persona haya intentado llamar mi atención con anterioridad. Porque desde que vi sus ojos supe que la iba a pasar mal por culpa de su belleza.
Quiero llorar porque no sé si él siquiera recuerde ya mi existencia.
Iba de rojo, o vinotinto, o un color en medio.
Y sin embargo, sin embargo, por muy masoquista que parezca, yo aun tengo la pregunta a flor de piel. Yo aun muero de ganas, como siempre he hecho, de saber qué habría pasado si yo no hubiera enviado ese mensaje. Si yo no hubiera hecho ese comentario sobre la poca dificultad que representaba llegar al rostro en comparación con otros puntos. Y es que soy así, masoquista hasta que no puedo mas. Tonta hasta la saciedad. Una ilusa irremediable. Y demasiado terca para mi propio bien. Soy yo, la que acabó prendada de alguien tan opuesto como el día de la noche, la que por primera vez entiende el concepto de que basta simplemente con verle pero que a la vez es doloroso.
Yo soy la que nunca dudo de la veracidad de la frase de Cortázar (Como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en medio del patio) y que sin embargo apenas ahora experimento su significado. Y yo, que siempre me las pico de valiente, ahora tengo miedo del daño que un par de ojos casi dorados me podría hacer.
Soñar con él a veces no es tan bueno. A veces acaba doliendo.
Tuve un sueño demasiado.... demasiado.
Se supone que estaba con ese-par-de-ojos-que-me-perseguian, había llegado a su casa y le pregunté si podíamos hablar. Como siempre, me dijo que si. Salimos un rato, después de que él le dijera a su familia que saldría conmigo. Fuimos a comer hamburguesas, es curioso que recuerde eso, nunca ha pasado realmente, y fue divertido. Reímos mucho y se portó de una forma tan tierna y atenta que deseé seguir soñando. Me paso un brazo por los hombros y recorrimos todo el camino de regreso a su casa abrazados y entre besos. Moriamos de risa pues era casi imposible caminar así. Llegamos a su casa y nos sentamos en el patio, era una especie de playa abierta que compartían con los demás vecinos, dudo que realmente pueda ser así pero eso creo que es causa del comentario sobre la brisa marina que puede sentirse desde su lugar.
En ese momento la imagen se corta y me encuentro en una nave espacial, una especie de replica de la nave de futurama, el programa de Fox, estamos en el espacio, fuera de la orbita terrestre y descubrimos que la nave tiene problemas en los motores y que nos veremos obligados a hacer un aterrizaje de emergencia, digo nos porque había alguien más conmigo, pero no recuerdo quien era.
La trama se vuelve a interrumpir y de nuevo estoy con él en el patio. Es una postura tan cómoda y familiar como nunca he experimentado con él. Esta sentado con las piernas flexionadas hacia arriba y yo estoy recostada en el espacio entre sus piernas. Mi cabeza descansa en su pecho y siento, por un leve instante, su respiración y el latir de su corazón. Pero no es mucho lo que dura mi dicha, yo sé de qué va esa conversación, la he temido por mucho tiempo.
Empieza a hablar él y me explica que, aunque me quiere demasiado y aunque desea estar conmigo, cosa que supongo es solo invención de mi subconsciente, eso no es posible por ahora. Que aunque nos duela, debemos dejar las cosas así. Que lamenta haberse perdido y que yo también me haya perdido pero que entiende que si yo me perdí fue deseando que me buscara, esperando que lo hiciera, y que lamenta no haberlo hecho. Lo dicho, eso debe ser parte de mi imaginación.
Vuelvo a la nave. Podemos ver la tierra, nos preparamos para chocar, un aterrizaje forzoso desde esa altura es tan arriesgado como peligroso. Siento como la nave empieza a caer en la atmósfera terrestre, como todo se calienta, como el vértigo, igual que en las montañas rusas, me invade.
Vuelvo a sus brazos. Él acaricia mi cabello y me susurra palabras dulces. Me dice que quizá algún día nos veamos de nuevo tomados de la mano, en un futuro donde estemos juntos, que no desea perder mi amistad, que me quiere en su vida.
La nave sigue cayendo y ahora cada vez más rápido. Ya veo donde va a caer. Caeré justo en la playa donde él y yo estamos sentados.
Sus brazos me abrazan fuertemente y me da un beso, un ultimo y dulce beso que sabe a futuro y a sueños y a corazones rotos.
La nave cae. El estruendo ni siquiera hace que nos inmutemos, yo sé que fui yo quien cayó. Me caí de bruces a una realidad que duele, a una realidad donde el primer chico que puedo decir que me gusta por si mismo no siente lo mismo por mi y donde debo decirle adiós aunque eso me este matando.
Mi sueño da un salto a lo lejos y me veo de nuevo en la sala de su casa, con patines, sentada en el brazo de un sofá mientras él le pide matrimonio a una chica, chica que no soy yo, y yo lo veo todo desde primera fila, él quería que yo estuviera ahí apoyándolo.
Entonces despierto. Y lo hago con unas ansias de verlo tan grandes como lo son las de besarle de nuevo.
Se supone que estaba con ese-par-de-ojos-que-me-perseguian, había llegado a su casa y le pregunté si podíamos hablar. Como siempre, me dijo que si. Salimos un rato, después de que él le dijera a su familia que saldría conmigo. Fuimos a comer hamburguesas, es curioso que recuerde eso, nunca ha pasado realmente, y fue divertido. Reímos mucho y se portó de una forma tan tierna y atenta que deseé seguir soñando. Me paso un brazo por los hombros y recorrimos todo el camino de regreso a su casa abrazados y entre besos. Moriamos de risa pues era casi imposible caminar así. Llegamos a su casa y nos sentamos en el patio, era una especie de playa abierta que compartían con los demás vecinos, dudo que realmente pueda ser así pero eso creo que es causa del comentario sobre la brisa marina que puede sentirse desde su lugar.
En ese momento la imagen se corta y me encuentro en una nave espacial, una especie de replica de la nave de futurama, el programa de Fox, estamos en el espacio, fuera de la orbita terrestre y descubrimos que la nave tiene problemas en los motores y que nos veremos obligados a hacer un aterrizaje de emergencia, digo nos porque había alguien más conmigo, pero no recuerdo quien era.
La trama se vuelve a interrumpir y de nuevo estoy con él en el patio. Es una postura tan cómoda y familiar como nunca he experimentado con él. Esta sentado con las piernas flexionadas hacia arriba y yo estoy recostada en el espacio entre sus piernas. Mi cabeza descansa en su pecho y siento, por un leve instante, su respiración y el latir de su corazón. Pero no es mucho lo que dura mi dicha, yo sé de qué va esa conversación, la he temido por mucho tiempo.
Empieza a hablar él y me explica que, aunque me quiere demasiado y aunque desea estar conmigo, cosa que supongo es solo invención de mi subconsciente, eso no es posible por ahora. Que aunque nos duela, debemos dejar las cosas así. Que lamenta haberse perdido y que yo también me haya perdido pero que entiende que si yo me perdí fue deseando que me buscara, esperando que lo hiciera, y que lamenta no haberlo hecho. Lo dicho, eso debe ser parte de mi imaginación.
Vuelvo a la nave. Podemos ver la tierra, nos preparamos para chocar, un aterrizaje forzoso desde esa altura es tan arriesgado como peligroso. Siento como la nave empieza a caer en la atmósfera terrestre, como todo se calienta, como el vértigo, igual que en las montañas rusas, me invade.
Vuelvo a sus brazos. Él acaricia mi cabello y me susurra palabras dulces. Me dice que quizá algún día nos veamos de nuevo tomados de la mano, en un futuro donde estemos juntos, que no desea perder mi amistad, que me quiere en su vida.
La nave sigue cayendo y ahora cada vez más rápido. Ya veo donde va a caer. Caeré justo en la playa donde él y yo estamos sentados.
Sus brazos me abrazan fuertemente y me da un beso, un ultimo y dulce beso que sabe a futuro y a sueños y a corazones rotos.
La nave cae. El estruendo ni siquiera hace que nos inmutemos, yo sé que fui yo quien cayó. Me caí de bruces a una realidad que duele, a una realidad donde el primer chico que puedo decir que me gusta por si mismo no siente lo mismo por mi y donde debo decirle adiós aunque eso me este matando.
Mi sueño da un salto a lo lejos y me veo de nuevo en la sala de su casa, con patines, sentada en el brazo de un sofá mientras él le pide matrimonio a una chica, chica que no soy yo, y yo lo veo todo desde primera fila, él quería que yo estuviera ahí apoyándolo.
Entonces despierto. Y lo hago con unas ansias de verlo tan grandes como lo son las de besarle de nuevo.
3 feb 2013
Ya ves, ahora me apendejé.
Yo, que juro ser despreocupada y descomplicada en lo que a relaciones humanas se refiere, ahora me encuentro nerviosa, ansiosa e incluso temerosa.
Y no, no me voy a morir por la respuesta, eso creo, pero si me puede doler. Es el miedo a saber qué tanto puede doler lo que me tienen en este estado.
Miedo a saber que no pensás en mi, niño tonto. Miedo a saber que no recordás mis palabras con dulzura o con ternura, miedo a saber que si fue lo que yo pensé. Miedo a saber que, si hubiera tenido que ser por tu iniciativa, nos hubiéramos quedado en el Hola, mucho gusto y ya.
Y ya. Me hice bolita.
No pudo dormir bien, eso es todo.
Realmente no le extraño tanto, para nada.
(Solo le extraño demasiado)
Yo, que juro ser despreocupada y descomplicada en lo que a relaciones humanas se refiere, ahora me encuentro nerviosa, ansiosa e incluso temerosa.
Y no, no me voy a morir por la respuesta, eso creo, pero si me puede doler. Es el miedo a saber qué tanto puede doler lo que me tienen en este estado.
Miedo a saber que no pensás en mi, niño tonto. Miedo a saber que no recordás mis palabras con dulzura o con ternura, miedo a saber que si fue lo que yo pensé. Miedo a saber que, si hubiera tenido que ser por tu iniciativa, nos hubiéramos quedado en el Hola, mucho gusto y ya.
Y ya. Me hice bolita.
No pudo dormir bien, eso es todo.
Realmente no le extraño tanto, para nada.
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