¿Cómo negarlo?
Si, lo admito, soy un tanto (si es que no muy) superficial. Sin embargo, y sin querer excusarme, no se debe a que no me importen las personas.
El motivo es simple, soy una persona visual.
(Creo haber leído eso en uno de mis libros preferidos. 'Soy una persona visual')
Pero es cierto. Soy una amante de las letras, del arte, de la belleza, y es ilógico que no sea visual siendo lo que soy. Tengo predilección por las cosas hermosas, por la estética y por aquello que juega con contrastes. No puedo negar que esto influya en mi predilección por las personas, sería una rotunda mentira. Influye, mucho. Suelo buscar la belleza y eso incluye rodearme de gente que me parezca si bien estéticamente bella o interesante. No se trata de preferir a la gente guapa, porque guapo no implica que me parezca 'atractivo' pero por ser visual suelo decantarme por ciertos estilos, formas, figuras.
Si, soy visual. Superficial si quieres. En principio me inclinaré hacia aquello que a nivel visual me agrada, me intriga o que simplemente me despierta curiosidad. Eso no significa que no me interese el contenido de las personas (contenido, como si fueran un recipiente, aunque los sean), claro que me interesa, más incluso que su apariencia, pero sigo siendo visual. Sigo siendo visual y por lo tanto tengo que luchar un poco contra mi búsqueda estética al momento de integrarme con gente del género humano (vamos que no siempre puedo integrarme). Tengo que avanzar a través de las lagunas y los constantes vientos que andan alrededor de los paisajes que me llaman para llegar a donde debo llegar. No es tan complicado, se debe sólo a mi falta de atención (si recuerdan a Dori de 'Buscando a Nemo' entenderán. Me pierdo en mi misma y nunca recuerdo hallarme), a mi constante ir y venir en mi propia mente.
Generalmente lo logro, eso de dejar de perseguir mariposas y ver lo que hay en el fondo de quien está a mi lado, no es tan complicado después de unas cuantas palabras. Se requiere eso, unas cuantas palabras, algo que logre llamar mi atención, algo que me saque del agujero de la artista o de la escritora y me regrese al del ser humano. Aunque la mayoría cree que los escritores vivimos siempre atentos a nuestro alrededor, a las personas, eso no siempre es cierto. Hay ocasiones en las que es una soberana mentira, un escritor, como yo lo veo, vive más en su mundo que en el mundo externo, más en paisajes y escenas que en personas como tal. Llevan/mos demasiados universos por dentro como para mantener los pies un cien por ciento en el suelo. Entonces no, no siempre se aplica que veamos primero a las personas que al paisaje.
Repito, soy visual. Lo sé. Y aunque pueda confundirse con superficial, no es lo mismo. Si fuese superficial me quedaría con la belleza, en aislado, me quedaría con el brillo y con la estética, y aunque lo haga, no es exactamente mi estandarte. Amo la belleza, si, pero si no tiene nada por dentro (y me refiero a una historia, conciencia, sentimiento o algo que le de vida realmente), deja de ser belleza para mi.
No sé por qué estoy hablando de esto. No suelo ponerme a describir el por qué de mis predilecciones o de mis vicios, por así llamarlos (ese vicio de perderme en ojos que reflejen el sol o de quedarme prendada de unos labios carnosos o de un abdomen que valga cualquier guerra), pero hoy estaba pensando en lo visual que soy y decidí que bien valía escribirlo.
Soy visual. Igual que soy emocional. Igual que soy literal. Igual que soy figurativa.
Soy un conjunto extraño de cosas que conviven, supongo, en formas que ni yo misma entiendo.
Soy visual, superficial si quieres.
Soy amante de la belleza.
No puedo cambiar eso.
No puedo hacer que el sol no brille.
Soy visual.
Soy muchas cosas más.
Soy visual.
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