Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.
Si, esto tiene nombre.
Se llama caos.
Es la mala costumbre de quien sea que escribe los planes de darlo todo en un solo momento.
Y cuando, como yo, te ves en una enredadera de caminos cruzados, como que empiezas a entender por qué tanta gente se pierde.
Mantener la objetividad no es tan sencillo.
Elegir tampoco.
No queremos elegir, eso implicaría un cambio, una traición a nuestros principios.
Compartimos un sueño.
Y mucho más.
Compartimos un recuerdo, un estilo.
Y mucho más.
Compartimos una conexión.
Y mucho más.
¿Es realmente necesario que nos decantemos por algo?
Digamos que no a todo.
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