Aquí estamos, tu y yo sentados en la orilla de este abismo, el mundo entero esta apostando a ver cuanto duramos, quien se rendirá primero, nosotros o ellos, solo el tiempo lo sabrá, pero en mi mente queda este recuerdo imborrable, huella indeleble del paso de tus manos sobre mi rostro, marca definitiva de la presencia de tu vida en la mía.
Juntos fuimos una saeta, fugaz y veloz estrella que cruzo el oscurecido cielo nocturno llevándose las sombras de ocaso que empezaban a caer sobre nuestro destino; trajimos paz a la infinita guerra de nuestra vida, y ahora, con caos y destrucción, se supone que digamos adiós. ¡No! La vida no seria lo mismo si me obligara a decirte adiós, el corazón se me iría contigo, la risa que tanto amas se perdería en este camino. Imposible, no logro decirte adiós, estas demasiado adentrado en mi piel, haces parte de mi sangre y de mis huesos, sabes encenderme como si fuera una cerilla para después cerrar la llama y apagar el dolor que deja a su paso el fuego.
Si, fuimos invencibles; eterno juego de contrastes eternos, amando eternamente con ese recuerdo eterno que nos dejo nuestra propia eternidad por la eternidad de lo eterno. Suena a retahíla deshilvanada, pero somos eso. Recuerdos eternos que no queremos borrar.
Un día te veré de nuevo, tus brazos me atraparan y tus labios me hablaran, de la forma en que solo tú sabes, un día te tendré junto a mi y entonces ya no seremos más dos partes diferentes de un todo, volveremos a ser un solo juego de piezas, inseparables y soldadas la una a la otra por lazos mas fuertes que los del acero.
2. rescatable
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