Hola, dijiste.
¿Me recuerdas? Fue tu pregunta.
Eso basto. Eso llamo a todos aquellos recuerdos enterrados,
Cada uno más preciado que el precedente.
Aquellos momentos que había atesorado
Atacaron mi mente como si de una invasión tratase.
No tuve defensas, no encontraste barreras.
Arrasaste con tu dulzura toda muralla construida.
Quebraste cada muro y cruzaste las almenas.
Te convertiste en parte de aquella ilusión traicionera.
Llenaste el vacio que había dejado el olvido
Y ganaste como adeptos a mis solitarios sentimientos.
Dos locos enamorados, que enorme ironía,
Si tan solo supieras que es eso lo que mi alma ansia.
Pero nadie firmo un pacto para cumplir sueños.
Nadie construyo un pozo que materializara los deseos.
Juré no arrepentirme de aquello que una vez decidí,
Me prometí no convertirme en aquello que esa vez fui.
Que hilarante es esta vida, que debe estarse riendo a escondidas
Porque ni siquiera han enfriado mis palabras cuando me regresan a aquello de lo que escapaba.
Intente huir, debo admitirte que si, quise correr y empecé a andar.
Pero entonces paré. No pude continuar.
¿A dónde podría correr si no sé donde esta mi lugar?
Aquí estoy, sentada en la inseguridad.
Me aterroriza quedarme y observar,
Pero no logro mover mis pies para marchar.
Si acaso conoces una respuesta que me permita respirar,
Te suplico me permitas el aire recuperar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deja que tus gritos también sean llevados por el viento.